Sábado 11 de
octubre de 2014 – 03:00 PM
La epidemia del
ébola mantiene en alerta a todo el mundo. Ante esto, los gobiernos de diversos
países han tomado diversas medidas de seguridad para poder afrontar este
peligroso mal.
Desde Reino
Unido a Nicaragua, los Estados anuncian uno tras otro el refuerzo de
sus controles en la frontera para los viajeros procedentes de los países más
afectados por la epidemia: Guinea, Liberia y Sierra Leona.
Por ejemplo, en el
aeropuerto internacional JFK de Nueva York comenzó el sábado a
reforzar el control de los pasajeros procedentes de tres países de África
occidental afectados por laepidemia del ébola, que ha dejado más de 4.000
muertos.
Al llegar al
aeropuerto, los pasajeros procedentes de Liberia, Sierra Leona y Guinea son
llevados a una zona específica para ser examinados. En caso de tener algún
síntoma del mal serán orientados hacia los Centros estadounidenses de control y
prevención de enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) para realizarse un
examen clínico.
Asimismo, México y Nicaragua quieren
intentar controlar a los migrantes que tratan de llegar a Estados Unidos.
El Reino Unido no
se queda atrás y ha llevado a cabo un ejercicio con centenares de personas,
incluidos ministros, para poner a prueba la capacidad del país para afrontar un
caso de ébola en su territorio.
Por otro lado, en España lucha
contra la difusión en las redes sociales de imágenes que imitan a los medios de
comunicación para anunciar nuevos casos de contagio.
SOBRE LA CURA
El ébola ha
matado a más de 4.000 personas, según el último balance de la Organización
Mundial de la Salud (OMS). Unos 8.400 individuos han sido infectados en siete
países y aún no se encuentra una vacuna para prevenir el mal.
En Malí se
están llevando a cabo ensayos clínicos de una vacuna contra el ébola en el
centro de desarrollo de vacunas de Bamako. Dicha vacuna se está
ensayando también en Estados Unidos y el Reino Unido.
De igual modo, se
señala que Rusia podría suministrar tres vacunas contra el virus de Ébolade
aquí a seis meses, aseguró el sábado la ministra rusa de Salud, Veronika
Skvortsova.