París (AFP)
François
Hollande, el presidente francés más impopular de la historia reciente, luchaba
este martes para tratar de contener el creciente descontento social, mientras
aumentan los rumores de una inminente remodelación gubernamental.
Nuevas
manifestaciones de profesores, artesanos y comerciantes van a poner a prueba al
presidente socialista esta semana, días después de las protestas contra un
impuesto ecológico a los camiones.
El gobierno
anuló, al menos temporalmente, la llamada 'ecotasa' dando la sensación de
impotencia y debilidad, mientras se le acumulan los malos datos sobre empleo,
el descontento de los votantes y la frustración por el continuo cierre de
empresas.
Dos tercios
de los franceses quieren que Hollande despida al primer ministro, Jean-Marc
Ayrault, que es visto como incapaz de motivar a un gabinete inconexo.
Entre los
posibles candidatos a reemplazar a Ayrault destaca la socialista Martine Aubry,
alcaldesa de la ciudad de Lille (norte), que iba a almorzar este martes con
Hollande, y Manuel Valls, el popular ministro del Interior, que ha mantenido un
conspicuo perfil bajo en las últimas semanas.
Una encuesta
publicada el lunes muestra que solo el 21% de los franceses aprueba la política
de Hollande, tres puntos menos que en octubre, lo que le hace el presidente más
impopular desde que el país instauró el sistema presidencial hace más de 50
años.
El
atormentado líder fue abucheado durante el desfile conmemorativo del armisticio
que puso fin a la Primera Guerra Mundial, el lunes en los Campos Elíseos de
París.
Aumento de
impuestos "asfixiante"
En otro revés
para el gobierno, los profesores de primaria empezaron una ola de huelgas este
martes para protestar por el aumento en medio día, a cuatro días y medio, de la
semana laboral desde septiembre.
Los críticos
arguyen que el medio día adicional aumenta la carga de trabajo y crea nuevas
cortapisas a los padres con hijos.
El sindicato
de artesanos profesionales de Francia, que representa a trabajadores autónomos
y comerciantes, empezarán a protestar el miércoles. Jean-Pierre Crouzet, el
presidente del sindicato, dijo que los miembros están "asfixiados"
por nuevos impuestos, estimados en 1.100 millones de euros este año.
El gobierno
pretende recaudar unos 3.000 millones de euros más con el aumento de impuestos
para el próximo año para tratar de paliar el déficit público a raíz de las
presiones de Bruselas.
La segunda
economía de la eurozona puso fin a la recesión con un crecimiento del 0,5% en
el segundo trimestre, pero sigue renqueante.
Una de las
pocas buenas noticias que ha recibido Hollande en los últimos tiempos es la
previsión de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo
(OCDE) de un crecimiento en alza. Este año rondará el 0,3% del PIB y el
próximo, el 0,8%, aunque inferior a las previsiones del gobierno.
El desempleo
marca récords en Francia, donde las compañías francesas son víctimas de la
falta de competitividad y de los altos costes de producción.
Pero el
pesimismo afecta en particular a la región de Bretaña, en el noroccidente del
país, donde la población ha realizado airadas protestas contra el aumento de
impuestos y la supresión de empleos, llegando a romper radares que ayudaban a
recaudar la tasa ecológica de los camiones.
El desempleo
juvenil, que no es sólo un problema francés, sino que afecta a toda Europa,
estaba siendo analizado por Hollande y otros jefes de Estado de la Unión
Europea en París este martes.
Según las
últimas estadísticas de la Comisión Europea, el desempleo juvenil se eleva al
23,5%, aunque en países como España o Grecia, más de la mitad de los jóvenes no
trabaja. En total, 7,5 millones de jóvenes entre 15-24 años ni estudian ni
trabajan en la zona euro.
Los miembros
de la UE han prometido consagrar 12.000 millones de euros en los próximos dos
años, que se sumará a dos partidas similares del Banco Europeo de Inversiones y
el Fondo Social Europeo para fomentar el empleo, la educación y la formación
entre los jóvenes.
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