Fuente: En Altavoz
Tegucigalpa, Honduras ︱En Altavoz. “Corran que nos van a ganar la exclusiva.Pónganle que necesitamos publicar las últimas fotos de Alejandra Rubio en ese traje de baño color negro en el que sale enseñando toditito. Quiero una galería completa…. Suba las fotos y titule ‘DE INFARTO las fotos de Alejandra en Roatán’”.
El diario es un pandemonio. El jefe de redacción deja su hamburguesa a medio comer y se pone a cambiar canales en los televisores como un loco. Regaña a medio mundo, saca de quicio a todos, puñetea el escritorio, se arranca el pelo de la cabeza. “¡Quiero el material de Alejandra para ayer!”, grita mientras la cara se le pone roja como un tomate. Tiene que ponerse pilas o se va a quedar sin la exclusiva candente de la presentadora de moda y no puede aceptar que otro medio le coma el mandado.Escenas como esta se ven en las salas de redacción de muchos medios tradicionales en Honduras, acostumbrados a tener una rebanada del pastel que les dejan los millones de páginas vistas y comentarios por las noticias del entretenimiento que ofrecen las presentadoras y periodistas de los medios más vistos en el país, como HCH, Q’huboTV Tv o Televicentro.
En esta era del clic, del trending topic, el retuiteo feroz y el engagement en las redes socialesse ha vuelto cosa de todos los días que los medios valoren los cuerpos de las presentadoras, su ropa diminuta y sus videos reveladores por encima del talento, la corrección al expresarse, la inteligencia y todas las cualidades que hacen de una periodista un bien invaluable para un medio de comunicación. No se trata de menospreciar la inteligencia de las presentadoras. Muchas se graduaron con honores, pero a la hora de la hora los magnates de los medios se dieron cuenta de que la “mina de oro” es hacer de los cuerpos de ellas un show.
Por disparar el ráting como un cohete, a muchas empresas periodísticas no les importa convertir a las presentadoras en objetos, en cosas, en artículos deseados por una audiencia mayoritariamente masculina heterosexual que no falta a la cita cuando se trata de sintonizar un canal, seguir una página de Facebook, retuitear sin parar o compartir contenidos en los que lo principal es la explotación del cuerpo femenino para atraer audiencia, generar tráfico en internet y convertir la publicidad en dinero, mucho dinero.
Y no hablamos de unos miserables miles de lempiras. En este juego del deseo en el que los espectadores creen ser el gato y la hermosa jovencita es el ratón, hay una danza de millones de lempiras.
Y el ratón, al final, son en realidad los espectadores, a quienes las corporaciones hacen saltar como marionetas, jalando los hilos de sus instintos primitivos.
Un programa en vivo en horas del mediodía en Q’huboTV. Los presentadores salen al aire en traje de baño en la semana del Feriado Morazánico realizado en octubre de cada año en el país. La imagen muestra a Shantal Munguía, la primera periodista y presentadora transgénero en Honduras en traje de baño ante el escrutinio público de sus compañeros y televidentes.
Las cifras de la violencia y acoso
Detrás del brillante mundo de bellas presentadoras y de millones de páginas vistas, clics y retuiteos hay otro mundo siniestro, en el que las periodistas hondureñas tienen que luchar a brazo partido contra la violencia sexual que se les echa encima como una bestia rabiosa.
Quieran o no, las lindas comunicadoras se convierten en objetos de deseo. Es lo que los especialistas llaman “cosificación”. Ellas dejan de ser personas que piensan y tienen sentimientos e ideas para transformarse, en las manos de algunos magnates de los medios, en productos vendibles como un carro o un celular.
Aunque tampoco lo buscan, terminan transformadas en motores que impulsan la violencia contra la mujer porque al cosificarse, al ofrecerse como productos, dan a la audiencia masculina la idea de que todas las demás mujeres son objetos de los que el hombre puede adueñarse cuando se le da la gana.
Los números de la violencia sexual contra las periodistas nos dejan helados.
El 48% de las casi 400 periodistas de 50 países que respondieron en 2017 una encuesta en línea realizada por la Federación Internacional de Periodistas (FIP) indicó que había sufrido diversas formas de violencia basada en género relacionada con su trabajo. Los actos más usuales de violencia basada en género reportados por las periodistas incluyen el maltrato verbal (63%), el maltrato psicológico (41%), la explotación económica (21%) y la violencia física (11%).
Estas formas de violencia son ejercidas tanto por personas fuera del lugar de trabajo (fuentes, políticos, lectores u otros oyentes) como por jefes o superiores. Asimismo, el 44% de las mujeres encuestadas indicó haber sufrido ciberacoso.
En Alta Voz reveló en la primera edición de esta serie tres testimonios de periodistas que han sido víctimas de acoso psicológico y sexual en las salas de redacción de los medios de comunicación en Honduras.
Muchos escribieron cuestionando por qué estás profesionales no han denunciado al Ministerio Público a sus agresores. Y una de las respuestas podría estar en la reflexión que hizo el abogado y doctor en derechos humanos Joaquín Mejía: “Antes de la pandemia, la CIDH publicó en octubre un informe sobre la situación de los derechos humanos en el país en el que revela que existe una situación grave de violaciones de derechos humanos y de impunidad, y además que hay una justicia selectiva que actúa tardíamente cuando se trata de perseguir a gente que viola derechos humanos o a corruptos y corruptas, y una justicia que actúa de otra manera cuando se trata de proteger a sectores vinculados con el poder político, económico y empresarial”.
Fotogalería publicada por La Tribuna el 1 de octubre del 2019 con el titular: “Chicas Q’huboTV calientan en Feriado Morazánico; «Lady Frijoles» luce regia”.
Titular de Tiempo Digital tras las fotos de la presentadora y periodista de Q’huboTV, Alejandra Rubio en las playas de Roatán.
Titular de Tiempo Digital tras las fotos de la presentadora y periodista de Q’huboTV, Alejandra Rubio en las playas de Roatán.
“Hoy, las puertas de un medio se abren para dar espacio a pulposas jovencitas con sobreabundancia de glándulas mamarias y glúteos apoteósicos o a conductores oscuritos que se quedan en diminutas tangas saltando como gorilas para mostrar en pantalla su portentosa genitalia y eso a la gente la hipnotiza. El objetivo final es capturar audiencia y lo increíble es que lo logran. Así de triste es el entorno y con las nuevas herramientas que existen a nuestro alcance, en lugar de tener un mejor periodismo, este se ha degradado en calidad informativa y moral, donde es más interesante averiguar qué pasó con los traseros grandes de moda”, dijo la galardonada periodista Luisa Agüero al recibir el premio “El Zorzal” que otorga la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés en un famoso discurso que luego se volvió viral en las redes sociales.
“Ante ese fenómeno de idiotización masiva me pregunto ¿ha sido desplazado el esfuerzo y el sacrificio de quienes culminaron su carrera de comunicación con el sueño de ejercerla alguna vez para ser voz de quienes no la tienen en nuestro país? Es una realidad que nos obliga a reinventarnos para no morir en el ejercicio de nuestra profesión y preocuparnos por ofrecer un producto final de calidad”, agregó Agüero.
El cuerpo de las mujeres como maquinaría
En la relación entre la periodista y su jefe, este se transforma muchas veces en un patriarca, según la abogada y especialista en estudios del género Vanessa Siliezar. “Este hombre no sólo la ve como su empleada, sino también como algo de su propiedad. Le exige a la periodista cosas que no debe pedirle y ella por cuidar su trabajo y agarrar experiencia se somete y hace cosas que no debe hacer”.
El problema, dice Siliezar, es que a muy pocas mujeres les enseñan a decir lo que piensan. “En Timoteo 11 dice que las mujeres callen en las asambleas. Eso es bíblico. Son 2,000 años callando”, agrega la experta.
La belleza de las presentadoras es un arma de doble filo. “Las que envidian a esas mujeres hermosas no saben qué envidian porque es terrible tener una postura perfecta, comer lechuga todo el tiempo, estar haciendo ejercicio cuando no quieren. Se convierten en un producto y la vida deja de ser vida porque viven a partir de su apariencia”. Las mujeres que se someten a esos estándares de belleza se convierten en “fustigadoras” de las demás mujeres, dice Siliezar.
“Mercantilizar el cuerpo de las mujeres dentro de los medios de comunicación daña el periodismo porque privilegia el show y el morbo. Se utiliza a las presentadoras para monetizar, atraer anunciantes y nuevos seguidores. Si una mujer empoderada decide capitalizar sus atributos que esa sea su decisión, pero cuando es utilizada por un tercero, allí está el problema”, expresa el sociólogo Sergio Bähr.
Carolina Lanza y Ariela Cáceres junto a Eduardo Maldonado, dueño de HCH.
Para muchos la publicación que hizo Q’huboTV fue “morbosa” y “vulgar” al sexualizar el cuerpo de las palillonas en los desfiles del 15 de septiembre.
Palillonas, fama, mentiras y divorcios
Caso 1.
Onice Flores
Algunas de las famosas presentadoras de la televisión hondureña saltaron a la fama primero como palillonas, como es el caso de Onice Flores, quien se convirtió en el 2015 y 2016 en la más buscada para salir en las portadas de los periódicos después de los desfiles del 15 de septiembre. Tras esta atención mediática logró su primer contrato televisivo en Televicentro, donde luego renunció para laborar en HCH, allí protagonizó un segmento del tiempo donde se quitó la ropa en vivo. Su último trabajo en televisión fue para GO Tv donde tenía un programa de entrevistas.
“Campanita”, como es conocida, ha denunciado públicamente acoso físico, divulgación de vídeos íntimos por su expareja, así como ofrecimientos sexuales por parte de políticos tras la divulgación de sus fotos íntimas. Ahora ella es una destacada influencer que tiene miles de seguidores en las redes sociales. Su vida privada siempre es titular en los medios hondureños que aprovechan cualquier noticia suya para hacer publicaciones y generar millones de clics.
“En nuestra televisión todavía se consume a las mujeres como un producto. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que ninguna de estas presentadoras, por conservar su empleo, diga hasta aquí, si bien tengo que venir presentable al programa, no voy a ser un objeto? Tiene que partir de un compromiso personal, pero tiene que convertirse en una política institucional”, expresa el sociólogo de la UNAH, Luis Velásquez.
Tuit publicado por Diario La Prensa el 15 de septiembre del 2016, durante los desfiles patrios en alusión a Onice Flores.
Caso 2.
Carolina Lanza
El divorcio de la periodista y presentadora de HCH, Carolina Lanza, de su esposo Marvin Fuentes ha sido unas de las noticias más publicadas en esta cuarentena justo cuando comenzaron las primeras denuncias del Consejo Nacional Anticorrupción por los supuestos delitos de corrupción en las compras estatales de las instituciones que están luchando contra la COVID-19 en Honduras. El morbo nació porque la presentadora afirmó que su marido le había sido infiel con una compañera de trabajo.
“¿Cómo es posible que capten la atención de una audiencia en base a problemas personales como que una periodista le quitó el esposo a la otra y que abran el teléfono y que la gente responda? Por qué tenemos un auditorio tan mediocre que busca la vida sexual de presentadora de televisión. Explotan la vida de ellas y ellas se prestan. Muchos canales copian modelos para atraer audiencia”, expresó la periodista Luisa Agüero.
Publicación de Diario Diez en abril del 2020: Carolina Lanza confiesa que se divorció por infidelidad de su esposo con una compañera de canal.
Publicación de diario El Heraldo el 22 de junio del 2020. El titular dice: El antes y después de Carolina Lanza, polémica presentadora hondureña
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