El Confidencial
La tierra
siempre es el mejor guardián de los secretos de la humanidad.
Durante años, los arqueólogos e historiadores han investigado en busca de
signos o pistas de antiguas civilizaciones que pisaron el suelo por el que
nosotros caminamos hoy en día. Al otro lado del océano, en las profundidades
silvestres de la selva amazónica, un grupo de científicos exploradores ha
hallado recientemente 81 movimientos de tierras nunca
vistos que dan pie a pensar en una civilización compleja en la que habitaron
hasta un millón de personas.
Los
arqueólogos se toparon con pruebas de lo que parecen ser ruinas de pueblos fortificados, carreteras, plazas y
granjas, según informa la revista 'Nature
Commons'. Los antiguos asentamientos se descubrieron utilizando
imágenes vía satélite y un lidar, un tipo de radar montado en un avión de vuelo
bajo. Una vez acotado el lugar, los investigadores verificaron los hallazgos
sobre el terreno.
“Estos
sitios fueron asentamientos fortificados que tuvieron una gran densidad de
población”
Englobadas
en la región brasileña de Monte Grasso, las
24 excavaciones exhumaron una serie compleja de redes viales interconectadas,
granjas y grandes pueblos fortificados construidos sobre montículos, en los que
había zanjas defensivas, calzadas y plazas, según asegura 'Business
Insider'. El lugar, geográficamente hablando, es cuando menos curioso, ya que
se encuentra en el extremo sur del Amazonas, donde
la selva tropical da paso a la sabana más seca. Algunos de los geoglifos, como
los especialistas llaman a las zonas circulares talladas sobre la tierra,
tenían hasta 400 metros de diámetro.
Este
descubrimiento es todavía más revolucionario si pensamos que dicho asentamiento
data de los tiempos precolombinos, entre los años 1250 y
1500, antes de la llegada de los europeos a las Américas, cuando una
de las selvas tropicales más extensas del mundo estaba repleta de personas que
transformaron los bosques a su alrededor. "Francisco Nakara,
un gerente jubilado de Sao Paulo que estudia fotos de los satélites 'online' de
forma vocacional, detectó por primera vez las huellas de movimientos de tierras
circulares", relata Jonas Gregorio de Souza, el
autor principal de la investigación de 'Nature Commons'. "Es probable que
muchos de estos sitios fueran asentamientos fortificados que tuvieron una gran
densidad de población", añadió.
Durante
su apogeo, el sitio pudo haber albergado a muchísima población, hasta un millón
de personas. La mayoría de ellas posiblemente sucumbió a las enfermedades traídas
por los exploradores europeos esclavistas, mientras que el bosque recuperó sus
casas, caminos y plazas, según recoge 'The
Wall Street Journal'. "Muchas partes de la América precolombina ahora se
consideran bosques vírgenes que son
jardines realmente abandonados", reconoce Christopher
Fisher, arqueólogo de la Universidad Estatal de Colorado, quien
se sirve de un radar láser para explorar América Central. "Cuando estás a
ras de suelo, no puedes ver el paisaje en toda su extensión. Necesitas verlo
desde el aire".
Si bien
los investigadores no pueden aclarar que estas civilizaciones se unieran bajo
un estado o entidad política común, los autores del estudio afirman que es del
todo probable que hablaran los idiomas 'Arawak' (una
lengua compartida durante miles de años por los grupos de indígenas de la
época) y tuvieran prácticas culturales en común.
“El bosque es un entorno que se modifica a sí
mismo con el paso del tiempo”
A este
hallazgo se suma otro descubierto el año pasado por un grupo de investigadores
internacionales dirigidos por Jennifer Watling,
del Museo de Arqueología y Etnografía de la Universidad de Sao Paulo. Un total
de 445 excavaciones distribuidas en 400 kilómetros cuadrados en el vecino
estado brasileño de Acre apoyan la teoría de Monte
Grosso, que subvierte la narración oficial sobre estas
civilizaciones tropicales, en su mayoría una visión occidentalizada de las
culturas precolombinas.
Mientras,
en la parte alta del río Xingu, en la cuenca
amazónica, el doctor Heckenberger y sus
compañeros arqueólogos hallaron restos de amplias carreteras y docenas de
pueblos fortificados. Todos estos grandes hallazgos han estado enterrados en el
dosel selvático hasta que la deforestación moderna comenzó a talar árboles.
Tales intromisiones humanas afectan a los bosques hoy en día, alterando los
patrones de crecimiento y la mezcla de especies arbóreas, apuntan en
'The Wall Street Journal'. Esto, a su vez, puede afectar y dificultar los
análisis de los científicos sobre el dióxido de carbono
absorbido por la selva amazónica cada año.
La selva amazónica, una vez considerada como virgen antes de la colonización europea, excepto por pequeños grupos de cazadores y recolectores, podría haber sido centro de un tipo de agricultura sostenible a gran escala que influye en el crecimiento del bosque hasta el día de hoy. "El bosque es un entorno que se modifica a sí mismo con el paso del tiempo", asegura Souza a 'The Washington Post'. "El tipo de práctica que estamos viendo hoy en día no tiene nada que ver con el monocultivo a gran escala.Estas personas combinaban la agricultura en pequeña escala con la gestión de especies de árboles útiles. Por lo tanto, todo ello comportaba un uso de la tierra más sostenible", concluyó.