ELOY ESPINOZA ORNELAS
La Política y el Derecho, en lo social, predominan sobre los
diferentes juicios que cada quien tiene de lo que es bueno o malo
En la era moderna, iniciada con el capitalismo, el individuo
emergió como el protagonista de nuestro tiempo, adquiriendo preeminencia sobre
la colectividad. La premisa es que lo bueno para el individuo es bueno para la
sociedad. Economía, Política, Derecho y Ética, cuyas normas antes se
correlacionaban en los análisis sociales, ahora se manejan como aspectos muy
distintos, unas veces conectados y otras opuestos.
Las diferencias de la moral con la Política y con el Derecho
derivan de la historia, mismas que percibieron Maquiavelo y Kant en sus
respectivos contextos; ellos propiciaron el desarrollo independiente de la
Ciencia Política, la Teoría del Derecho y la Ética. Destacaron el carácter
subjetivo de la moral y la desvincularon para explicar la Política y validar la
obligatoriedad social del Derecho. Kant también proclamó que el acto moral es
fruto del individuo y no de la sociedad, y su único legislador es aquel que lo
practica; definió al Derecho (legislado por el Estado) esencialmente como
coerción fundada en la fuerza: “Derecho y facultad de coerción son la misma
cosa”.
Maquiavelo decía que, si se combinan, la política acaba
destruyendo a la moral. Se centraba en la eficacia, el éxito y la
prevalencia de la política; describió el modo en que el príncipe obtiene y
mantiene el poder y gobierna para bien de su pueblo, a fin de convertirlo en
una auténtica nación, con un Estado que lo unifique y lo haga virtuoso y libre.
El poder reside “en buenas leyes y buenas armas”, el Estado sólo puede actuar
conforme a lo permitido por la ley y, en su caso, hacer cumplir sus decisiones
por la fuerza.
Hay quienes creen que con moralizar la política alcanza para
mejorar sus acciones. Ignoran que la corrupción y la impunidad son parte de un
problema sistémico, y que las normas morales son opinables y las jurídicas sólo
aportan algunas pautas de imposición social. A fin de cuentas, los
objetivos del Estado se logran (o no) por instituciones integradas conforme a
Derecho, cuyos servidores públicos ejecutan procesos y procedimientos
legalmente mandatados, y administrando racionalmente los recursos.
Donde la política funciona, la moralística no cabe. La moral
personal puede -o no- coincidir con el uso de la fuerza para someter a los
particulares a la convivencia armónica; pero cuando influye en decisiones que
afectan a terceros, genera conflictos. Por ello, se limita la discrecionalidad
de los individuos decisores.
O se gobierna bien o se gobierna mal, ese es el tema a
juzgar. Según Gramsci, los valores esenciales de la política son “tener éxito
en lo que se propone”; y “mantenerse fieles a los compromisos”. En un
conflicto político todo juicio de moralidad es absurdo porque se hace sobre el
pasado o el presente que, precisamente, se intenta cambiar; el único juicio
válido es el “político”: el relativo a la adecuación del medio al fin. No
procede juzgar al político por su grado de honestidad o equidad, sino por la
efectividad con que mantenga sus compromisos y logre los resultados propuestos.
Al tomador de decisiones frecuentemente se le presentan
dilemas éticos que confrontan sus convicciones internas con las
responsabilidades de su función. Así -en su fuero interno- honestidad,
justicia, búsqueda de la libertad y la paz, solidaridad, fraternidad,
compasión, espíritu de servicio, lealtad, tolerancia, etc., son valores morales
y el juez es su propia conciencia. Hacia afuera, conforme a su responsabilidad,
son valores jurídicos o políticos que, por fuerza, tienen que compartirse con
otros y la sociedad es la jueza.
Además, merecen atención otros conceptos subjetivos que
pregonan algunos populistas mesiánicos para seducir a ignorantes y fanáticos,
tales como “moral política”, “Constitución moral” y “moral pública”, propios de
la metafísica del poder, que incitan a constituir gobiernos fuera de este mundo
por cualquier medio (Hitler->ario, Stalin->proletario,
Chávez->bolivariano, gobernantes islámicos->de leyes divinas).
Usted… de cara a las elecciones en nuestro México inoculado
de corrupción e impunidad…. ¿Qué opina?