Por Walter Rodezno
Confucio lo manifestaba de forma clara en sus seis reglas
de buen gobierno: “Es obligación de los gobernantes estudiar un problema para
dar así la más adecuada resolución”. Se trabaja para un pueblo, por lo cual el
gobernante debe tener un amplio criterio de resolución de problemas y de
imparcialidad.
En el sector agroalimentario, hay problemas para los
que ocupamos soluciones. Un problema clave: la vulnerabilidad. Se entiende que
ésta es un proceso mediante el cual se determina el nivel de exposición y
predisposición a la pérdida de un elemento, o grupo de elementos, ante una
amenaza específica, contribuyendo al conocimiento del riesgo.
Por tanto, el análisis de la misma tiene que
apreciarse como una oportunidad que nos prepara para responder mediante estrategias
adaptativas logrando un mayor bienestar a nivel de las comunidades vulnerables.
En este contexto cabe la necesidad de implementar Planes Comunitarios de Adaptación
al Cambio Climático de los Medios de Vida o Sistemas de Producción Agrícola.
Para afrontar la problemática ocasionada por el cambio
climático en el sector agroalimentario, y con el objetivo de reducir la
vulnerabilidad agroclimática en las zonas productivas de Honduras, la Secretaría
de Agricultura y Ganadería (SAG), por medio de la Unidad de Planificación y
Evaluación de la Gestión (UPEG) y la
Unidad de Agro-ambiente, Cambio Climático y Gestión del Riesgo
(UACC&GR), están desarrollado
distintas acciones y estrategias para la atención a la gestión de riesgos y
adaptación al cambio climático a nivel de las distintas regiones productivas
del país.
En el marco de las actividades relacionadas con los
medios de vida a nivel regional o territorial, a través de un enfoque integral
de sostenibilidad de las comunidades y sus pobladores, frente a los impactos
adversos que la variabilidad climática está ocasionando sobre los principales
medios de vida que tienen las regiones, se está desarrollando el Análisis de
Vulnerabilidad y de Riegos en las comunidades de El Paraíso, Choluteca, Olancho,
Comayagua, Intibucá, Copán y Ocotepeque.
Este documento intenta describir conceptual y
metodológicamente la manera de evaluar la amenaza, la vulnerabilidad y el
riesgo. Reflexiona acerca del nivel de resolución o de detalle que se debe
tener en cuenta al momento de elaborar los instrumentos, tales como los mapas
parlantes, que son utilizados para la toma de decisiones dentro del proceso de
planificación del territorio. La resolución del instrumento de planificación a nivel
de riesgo, que las autoridades y la sociedad consideran "aceptable"
para definir medidas de mitigación y adaptación, su eficiencia y su orden de
prioridades, se refleja en los Planes Comunitarios de Adaptación al Cambio
Climático de los Medios de Vida o Sistemas de Producción Agrícola.
Las autoridades de la SAG consideran importante el
estudio y el análisis de la vulnerabilidad de los medios de vida de los
productores de diferentes rubros. Por esta razón, varios especialistas de
la Unidad de Agro-ambiente, Cambio
Climático y Gestión del Riesgo (UACC&GR) empezaron a estudiar la
"vulnerabilidad física" de las
comunidades de las zonas productivas del país, la cual básicamente fue
relacionada con el grado de exposición y fragilidad de los medios de vida.
Con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura (FAO), la SAG ha desarrollado distintas acciones y estrategias
para hacer a los grupos de productores resilentes ante los impactos y amenazas
ocasionadas por la variabilidad climática, asumiendo que el riesgo puede
reducirse si se entiende como el resultado de relacionar la amenaza, o
probabilidad de ocurrencia de un evento, y la vulnerabilidad de los elementos
expuestos.
En consecuencia, nuestro trabajo expresado en los Planes
Comunitarios de Adaptación al Cambio Climático de los Medios de Vida o Sistemas
de Producción Agrícola, ha demostrado que los procesos de desarrollo de
actividades integradas para prevenir o mitigar el riesgo agroclimático, que
afecta por igual a las personas, bienes, servicios y medios de vida. Por esta
razón, cualquier proceso de desarrollo debe considerar estos aspectos como
parte integral del mismo.
Conocer qué tipo de eventos pueden presentarse en el
futuro en una región determinada, aunque no se conozca con exactitud cuándo
exactamente pueden ocurrir, es una actividad de fundamental importancia para
orientar el desarrollo de una región, de tal manera que el impacto de dichos
eventos sea el mínimo posible y que no signifiquen un trastorno para el
desarrollo social y económico de la misma. Sobre todo poder adelantarse para que
las comunidades minimicen su vulnerabilidad y aseguren su producción y
alimentación.