Domingo 23
de abril de 2017
GUATEMALA
(AP) — Rodrigo Tot, un tímido agricultor e indígena guatemalteco que entabló
una titánica lucha contra una gigante minera y las autoridades de su país para
recuperar las tierras de su comunidad, fue galardonado con el prestigioso
Premio Ambiental Goldman 2017.
La
distinción a Tot, de 60 años, llega después de que dos ganadores
latinoamericanos anteriores fueran asesinados en el último año.
La fundación
Goldman elogió a Tot por el "intrépido liderazgo de su pueblo y la defensa
de su tierra ancestral", pese a los costos, como el asesinato de si hijo
hace cinco años.
El pastor
evangélico y líder indígena Q'eqchi dice a The Associated Press que este premio
no cambia nada. "Me siento contento, pero también me siento el mismo
líder, la misma persona. Creo que eso sería un estímulo al trabajo que hacemos,
pero estoy tranquilo", comenta antes de asegurar que sabe que el premio es
por la lucha que ha librado por su tierra y sus recursos naturales.
Latinoamérica
es una de las regiones más peligrosas para los activistas medioambientales. Más
de 450 han sido asesinados entre 2010 y 2014, según la organización Global
Witness, con sede en Londres.
En marzo de
2016, la hondureña Berta Cáceres -también ganadora del Goldman- fue asesinada
en su casa, y en enero de 2017 desconocidos mataron al mexicano Isidro
Baldenegro, otro galardonado con el mismo premio.
Tot ha
pasado casi medio siglo de su vida en la comunidad Agua Caliente "Lote
9", en las montañas del municipio de El Estor, a unos 300 kilómetros de la
capital. Es un hombre de baja estatura que habla poco, pero con gusto y humildad
sobre el reconocimiento.
La comunidad
inició una pelea hace 43 años para exigir al Estado guatemalteco que devolviera
los títulos de propiedad a Tot y otros 63 campesinos que los perdieron a pesar
de haber pagado por ellos. Su tierra es rica en oro y níquel, lo cual la vuelve
seductora para empresas mientras.
El rostro de
Tot se ilumina cuando habla de su tierra. Con orgullo explica que el suelo de
su hogar es invaluable por la cantidad de recursos naturales que tiene y que
por eso lo defiende. "Hay diez nacimientos de agua y de ella se abastecen
muchas comunidades. Nosotros estamos reservando la montaña porque al terminar
la montaña ya ni agua habrá".
Tot recuerda
que llegó a vivir a la comunidad cuando tenía 12 años, tras la muerte de sus
padres. Allí creció y aprendió a amar a su tierra. En 1972, un cambio en la
legislación guatemalteca exigió a los 64 dueños de terrenos de la región que
pagaran unos 4.500 dólares para recibir los títulos de propiedad, pero dos años
después aquellos documentos seguían sin expedirse, por lo que la lucha comenzó.
Hacia 1985,
los pobladores recibieron un título provisional que reconocía su derecho de
propiedad mientras terminaban el pago de sus tierras, pero en 1988 varios
folios del libro donde fueron inscritas las tierras de la comunidad
desaparecieron. A pesar de ello se vieron obligados a seguir pagando y en 2002,
cuando finalizaron el último pago, el Estado se negó a entregar sus documentos
aduciendo que debía iniciarse un proceso judicial de reposición de los folios
perdidos del libro.
Desde
entonces, Tot y otros habitantes de Agua Caliente "Lote 9" han
presentado diversos recursos legales que a la fecha no han logrado beneficiar
su caso de manera definitiva.
La situación
de los 64 guatemaltecos se agravó a causa de la minería. En diciembre de 2004,
el Ministerio de Energía y Minas concedió licencia de exploración por tres años
a la Compañía EXMIBAL —que ya operaba en el país desde 1965— para la
instalación de una Planta de Proceso de Níquel del Proyecto Minera Fénix. La
compañía podría buscar diversos materiales en 16 comunidades mayas, una de las
cuales era hogar de Tot.
Un año
después, EXMIBAL transfirió los derechos de licencia a la Compañía Guatemalteca
de Níquel CGN, y a pesar que los habitantes de la región se opusieron aduciendo
afectación ambiental en bosques y fuentes hídricas, sus quejas fueron
ignoradas. En 2006, el Estado le otorgó a CGN una licencia de explotación por
25 años.
Tot sabe que
necesita mayor certeza jurídica sobre la propiedad de sus tierras para seguir
luchando por ellas. "Estamos pidiendo que nos legalicen. Nosotros ya lo
pagamos, tenemos los recibos, tenemos las actas y el derecho. Nosotros ahí
estamos y la tenemos que defender hasta donde se pueda".
Según el
Centro de Acción Legal Ambiental y Social de Guatemala (CALAS), en el 100 % de
los casos en los que las comunidades indígenas se oponen a proyectos mineros,
el estado guatemalteco siempre ha respaldado a las compañías mineras.
Para el
infortunio de Tot, la lucha entre mineras y miembros de su comunidad no han
sido los únicos episodios violentos que han enfrentado. A los 18 años, durante
la Guerra Civil (1960-1996), el ejército guatemalteco lo obligó a formar parte
de los patrulleros civiles, paramilitares que ayudaban al ejército en labores
de control a población civil.
Y aunque asegura que no tenía modo de negarse a
seguir órdenes y que estuvo en contra de las operaciones que le asignaron, Tot
reconoce que hubo muchos desaparecidos y que no logra olvidar que el líder de
Agua Caliente "Lote 9" de aquella época fue asesinado por su lucha
por la tierra.
A pesar de
todo, Tot dice que esa experiencia le ha servido para organizar a la población
y bloquear los intentos de las empresas mineras que apoyadas por autoridades
policiales intentan ingresar a sus comunidades.
El 18 de
marzo pasado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) aceptó la
admisibilidad de una demanda presentada por Tot. En ésta, denuncia que el
estado de Guatemala violó los derechos de dominio colectivo sobre las tierras,
recursos naturales, libre determinación y autogobierno de los pueblos indígenas
al negarles la entrega de sus títulos de propiedad de sus tierras.
Tot está
consciente de que su labor es peligrosa y dice que ha recibido amenazas
telefónicas e intentos de extorsión para que se salga del área.
Por ello, CIDH
ordenó medidas cautelares para su protección y la de su abogado en 2012, mismas
que el estado guatemalteco no ha proporcionado. Sin embargo, Tot cuenta con el
respaldado de su comunidad y eso le permite enfrentar el miedo, aunque no pasa
por alto el precio que ha pagado por seguir adelante en su lucha.
En octubre
de 2012, su hijo fue asesinado durante un asalto a un bus y Tot piensas que el
crimen fue una estrategia para silenciar sus peticiones.
"Jamás
me olvidaré de la perdida de mi hijo, pero yo sigo luchando", dice y
refuerza: "ya no estamos en los años 80, cuando desaparecían a un líder y
todo quedaba silencio. Hoy no; cuando desaparecen a un líder, se levantan diez
más y esa es la ventaja que tenemos".