Viernes 24 de julio de 2015 – 06:00 AM
Entre un zoo que tiene problemas para importar
comida y unas asociaciones que no consiguen atender a todos los gatos
abandonados, la crisis griega no solo tiene un impacto cruel sobre los humanos,
sino también sobre los animales.
"Tengo que volver a llamar al banco", dice
el francés Jean-Jacques Lesueur en el zoo que abrió en Atenas.
Este hombre de negocios, de unos 70 años, debe
importar seis toneladas de pescado congelado para los delfines de su
establecimiento, pero esa sencilla transacción se enfrenta a las restricciones
financieras instauradas por el Gobierno griego el pasado 29 de junio para
evitar una fuga de capitales.
Una comisión gubernamental tiene que validar
cualquier pago de facturas en el extranjero y los proveedores, preocupados,
exigen que se les pague por adelantado. El Ministerio griego de Economía
anunció el jueves que los bancos podrán dar las autorizaciones de pago para
"facilitar" las importaciones de materias primas y evitar el atasco
administrativo.
- Pescado congelado y polvo de termitas -
El zoo utiliza, sobre todo, vegetales y carnes
locales, pero también importa comida por valor de unos 80.000 euros anuales.
"Una miseria" en términos financieros,
según Lesueur, pero "un tema de vida o muerte" para algunas especies.
Los delfines, por ejemplo, comen peces que no se encuentran en las costas de
Grecia. Y los dos osos hormigueros gigantes del zoo dependen por completo de
las importaciones de gusanos y de un polvo que sustituye a las termitas de su
hábitat natural.
La visión de esos dos enormes animales
precipitándose sobre los gusanos divierte mucho a unos niños, testigos de la
escena. El zoo regala la entrada a los más pequeños durante el verano, bajo el
lema 'Sigamos juntos en estos tiempos difíciles'.
Los adultos tienen que pagar un precio más alto
desde la subida del IVA que entró en vigor el lunes, una de las exigencias de
los acreedores de Grecia.
Lejos de los animales exóticos, en un jardín público
del centro de Atenas, Cordelia Madden-Kanellopoulos, una inglesa casada con un
griego, exclama: "A ti te conozco". Un gato negro se acaba de acercar
a los felinos asustadizos a los que alimenta cada día, turnándose con otros
voluntarios. Su asociación 'Nine Lives' alimenta a unos 450 gatos callejeros en
la capital griega y lleva a cabo campañas de esterilización.
- Gatos persas en las calles -
"Cada vez se abandonan más gatos con pedigrí.
Hace unos años, había dinero en Grecia, la gente se compró bonitos animales,
pero ahora cuesta caro, el veterinario, el aseo", lamenta
Madden-Kanellopoulou.
"Un gato persa blanco que creció en un piso no
sobrevive dos días ante los coches, los perros callejeros", se indigna.
Con una tasa de paro del 25% y una dura recesión, "la gente ya no
adopta", explica.
Evgenia Mataragka, portavoz de la oenegé 'Animal Action'
en Grecia, comprobó una "enorme progresión del número de animales
abandonados" desde hace seis meses, en un país donde los gatos y los
perros callejeros forman parte de las imágenes cotidianas.
Algunos de esos animales se hicieron célebres, como
el perro Loukanikos, que estuvo en primera línea de las manifestaciones
antiausteridad en 2010 y cuyas fotos dieron la vuelta al mundo, antes de que
muriera en 2012 tras ser adoptado por una familia.
"En las grandes ciudades, los animales no
mueren de hambre, pero la situación es problemática en las islas", dice
Mataragka.
Las asociaciones buscan ahora dinero y familias
adoptivas en el extranjero. Nine Lives ha enviado a una de sus mascotas, Dora,
a Alemania.