Sábado
06 de junio de 2015 -06:00 PM
Rev.
Dr. Israel Romero Puerto, Juris Doctor (Jurista Internacional), PhD. israel09r@yahoo.com
La expresión del
artista que representó el papel de Don King –el promotor de boxeo- en una
película de Rocky, era común en los Estados Unidos: si me tocas, te demando.
Las cortes norteamericanas honran todo tipo de acciones, ya sea civiles
presentadas por particulares o por el Estado o el Gobierno Federal, y las
criminales, que en aquel país solo pueden ser promovidas por el Estado o por el
Gobierno Federal.
En los últimos tiempos, esa tendencia ha venido siendo reducida, para que la
carga de expedientes se redujera. Lo han conseguido poniendo ciertas
restricciones, requisitos que hay que cumplir, para que las demandas sean
aceptadas inicialmente, y para que prosperen. Solo casos reales tienen éxito en
los Estados Unidos. Casos de mentiras, inventados, o triviales más bien te
pueden meter en problemas.
La tendencia a demandar hasta por una mala mirada se ha trasladado a Honduras.
Una de las razones que convierten este país en el paraíso de las demandas es la
impunidad de los servidores públicos, de los políticos, y los pudientes. Otra
causa es la corrupción. Cuando chocas contra la pared que la corrupción pone
para frenarte, solo cabe: (1) ceder ante la corrupción y dar mordida, o (2)
demandar al corrupto o denunciarlo ante el Ministerio Público.
En la primera opción, te conviertes en corrupto, y te expones a que –cuando te
descubran- te metan a la cárcel, porque tú eres el débil. El grande siempre
sale en caballo blanco, o como decía mi padre, en caballito piticó. Para los
ciudadanos americanos, la fregada es doble, porque pierden como extranjeros, o
si los agarra el FBI les aplica la ley Americana que no permite a ningún
ciudadano americano dar o recibir soborno en cualquier parte del mundo.
Recuerde el caso de Latinode con la telefónica hondureña.
En la segunda alternativa, te puede pasar lo que al Partido Nacional, cuya
acción contra el Ingeniero Salvador Nasralla fue desestimada porque no
procedía. Para demandar civil o criminalmente tienes que mostrar daños o
perjuicios, estar fundamentado en una ley que fue quebrantada por el demandado
en perjuicio tuyo. No debe ser una acción nacida de un corazón roto por el
látigo del desprecio, o porque tu orgullo propio ha sido mancillado, como
cuando te dicen la verdad en tu cara, o cuando te agarraron con las manos en la
masa –los cheques del IHSS al Partido Nacional-. Podemos citar el caso del
dirigente magisterial y el Ministro de Educación, quienes en vez de estar
educando nuestros jóvenes, se comportan como mercaderes diciéndose el uno al
otro: touch me, I’ll sue.
En esta segunda alternativa nos encontramos también con el muro de la
corrupción. El fiscal adjunto que está siendo investigado ha dado declaraciones
acerca de sobornos para hacer o dejar de hacer, es decir para iniciar casos
contra alguien o para no presentar cargos contra otros. Y si el caso ya se
había iniciado, para no moverlo. Un caso patético es el del estudiante Kevin
Solórzano, que nunca debió haber sido promovido, y que ya debiera haber sido
terminado totalmente dejando en libertad al demandado.
Lo dicho por el fiscal adjunto refleja que los centenares de casos no
resueltos, y los 18 por corrupción que la fiscalía tiene empantanados, son
producto de la misma corrupción.
El Señor Presidente ha dicho que no le importa caiga quien caiga. Mucho
cuidado, no le pase lo mismo que a Blatter. Dios dice que, “Ningún hombre puede
domar su lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, y es llena de veneno
mortal.” (Santiago 3:9)