Domingo 14 de junio de 2015 – 10:10 AM
SANTA ANA, California, EE.UU. (AP) — Los inmigrantes
que viven sin permiso en Estados Unidos dicen que haber obtenido este año sus
licencias de conducir en California de acuerdo con un nuevo programa les ha
beneficiado en los caminos y fuera de ellos.
Más de 350.000 inmigrantes han conseguido licencias
desde enero mediante el programa, y el Departamento de Vehículos Motorizados
del estado prevé que las extenderá a un millón más en los próximos tres años.
Para muchos, manejar con licencia después de hacerlo
durante años por caminos secundarios para evadir a la policía significa
conducir con confianza y tranquilidad.
Algunos recorren en sus vehículos distancias mayores
en busca de más trabajo. Otros planean salir de vacaciones con la familia
durante el verano a lugares hasta los que nunca se habían atrevido a ir en sus
vehículos.
A continuación las historias de algunos inmigrantes
en California que han obtenido las nuevas licencias:
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Leticia Aceves, de 50 años, dirige un negocio de
limpieza de casas con su esposo, Mauricio, de 49 años, en el condado Placer, al
norte de Sacramento. Algunos días ella conduce unos 40 kilómetros (unas 25
millas); en otros, casi 80 kilómetros (50 millas).
Ella y su esposo solicitaron las licencias apenas
les fue posible.
"Hay que ganarse la vida, y a veces
intentábamos no usar coche, pero necesitamos ingresos, por lo que tenemos que
manejar", señaló Aceves. "Sin una licencia de conducir aquí uno se
siente expuesto".
El año pasado, la policía detuvo al esposo por no
hacer alto total. El automóvil fue incautado durante 30 días y ella dijo que
tuvieron que pagar unos 3.500 dólares para que se los regresaran.
Aceves pidió prestado el coche a su madre para
mantener el negocio. Antes, las hijas de ella los llevaban en vehículo. La
pareja tiene cuatro hijos, incluidos un par de graduados universitarios.
Ella tenía una licencia mexicana vencida, así que
sabía conducir antes de venir en 2001 a Estados Unidos. Portar una licencia legítima
es maravilloso, agregó.
"Uno puede manejar sin temor y sentirse más
cómodo al trabajar", afirmó, y la familia también puede irse de vacaciones
por carretera.
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Cuando se le pregunta a Matthew Manos, que trabaja
de cuidador de una casa, qué puede hacer ahora que tiene licencia, suspira y
responde: "Ah, muchas cosas".
Manos, de 52 años, tardaba dos horas de ida para ir
a su trabajo y dos para regresar a su casa, en las que combinaba
desplazamientos a pie y el transporte público. Ahora cada trayecto le toma 45
minutos en el volante.
"Y cuando llego estoy fresco. Puedo trabajar en
verdad", dijo Manos, quien vive en Dublin, al este de San Francisco.
El hombre trabajó de auxiliar doméstico para un
diplomático en Canadá y cruzó en 2004 a Estados Unidos porque sabía que sería
difícil permanecer en algún empleo en Filipinas, su país natal.
Manos continúa manteniendo económicamente a su
esposa e hijos, que viven en Filipinas.
El inmigrante se dijo agradecido de la ley.
"Soy una persona muy tímida", agregó.
"Pero quiero que sepan que estoy muy contento y muy feliz ahora que puedo
ganar más y enviar más dinero a mi familia".
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Eleazar Valdez, de 37 años, dijo que la licencia que
obtuvo en abril le ha facilitado mucho la vida.
Un día que le ardía la garganta, Valdez se dirigió
personalmente a una tienda minorista con el fin de comprar un medicamento para
el resfriado, algo que antes tenía que pedirle a sus amigos que hicieran por él
porque no tenía licencia, cuya presentación es obligatoria para comprar algunos
fármacos que requieren receta médica.
El intérprete de español y aspirante a maestro
también ha logrado ordenar que le sirvan un vaso de vino cuando sale a comer
con amigos cerca de su casa en la localidad de Clovis, en el Valle Central.
"Antes les presentaba mi pasaporte o número de
matrícula. En algunos restaurantes ni siquiera aceptan eso", declaró
Valdez, quien llegó al país cuando tenía 13 años procedente de México. "Ahora
no hay problema".
Cuando anda en su coche por algún camino, Valdez
dice que ya no siente miedo al pasar al lado de un vehículo de la policía.
También ha comenzado a desplazarse al volante en distancias más largas, más
allá de la zona de Fresno, para trabajar de intérprete y hacer trabajo
voluntario a favor de otros inmigrantes.
"Ahora gasto mucho dinero en gasolina",
agregó.
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Alberto García dijo que ha conducido vehículo con y
sin licencia desde que llegó en 1986 a Estados Unidos desde México.
García, de 45 años, afirmó que sólo una vez lo
detuvo la policía, pero llevaba licencia esa ocasión.
Cuando ya no pudo tener licencia debido a requisitos
más estrictos, dijo que conducía sin el documento para llegar a su trabajo como
obrero de la construcción en el condado Orange, pero nunca tuvo problema
alguno.
Irónicamente, apenas semanas después de que
obtuviera su nueva licencia, Garcia señaló que lo detuvieron por conducir a
alta velocidad y le aplicaron una multa de 238 dólares. Sin embargo, afirma que
eso no es nada en comparación con el lío que habría enfrentado sin el
documento, agregó.
"Sé que la multa por manejar sin licencia es de
350 dólares", expresó García. "De hecho, se han llevado automóviles
de mis amigos y éstos han tenido que esperar un mes o pagar una multa de unos
1.200 dólares para que les devuelvan el auto".
Aunque la licencia no es una forma válida de
identificación federal, García dijo alegrarse de poseer un documento con su
nombre extendido por el gobierno.
"Ahora se saben quién es esta persona, a través
del gobierno, porque el Departamento de Vehículos Motorizados es el
gobierno", afirmó.
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Rodrigo Rodriguez, de 37 años, de Santa Barbara,
dedica muchas horas al volante: lleva a sus tres hijos a la escuela y a su
esposa a trabajar, y posteriormente se va a su empleo de mantenimiento.
Por manejar sin licencia, Rodríguez sufrió en tres
ocasiones la confiscación de su vehículo y tuvo que pagar 2.000 dólares cada
vez para que se lo devolvieran.
"Buscaban cualquier pretexto para detenernos, y
después para llevarse nuestro coche", dijo Rodríguez, quien llegó al país
a los 14 años desde México.
Rodríguez dijo que siempre ha contado con un seguro
para vehículos, aunque evitaba pasar con su coche por retenes hasta que le
dieron la licencia en marzo.
Ahora maneja a donde le plazca, incluso más allá de
los límites de la ciudad, y tiene pensado irse en coche a visitar a su suegro
en Santa Mónica y llevarse a sus hijos en vacaciones de verano, quizá a los
Estudios Universal.
"Antes yo solía decir que algún día iríamos,
pero ahora que tenemos la licencia, iremos", afirmó Rodríguez.