Jueves 11 de junio de 2015 – 01:20 PM
La agresión de un agente contra jóvenes negros en
una piscina en Texas es el último de varios casos de abusos que han generado
malestar y el cuestionamiento de la actuación de los cuerpos policiales en
Estados Unidos.
"Llamen a mi madre, Dios mío", clamaba
llorando una adolescente negra en traje de baño cuando un policía blanco la
tiró violentamente al suelo tras apuntar con su pistola a un grupo de jóvenes
afroestadounidenses que se habían 'invitado' a una piscina comunitaria en un
complejo residencial de McKinney, una pequeña ciudad de Texas (en el sur del
país).
La intervención del agente fue grabada y subida a
Youtube, donde fue vista más de 11 millones de veces, lo que le condujo a
dimitir. El vídeo muestra un hecho muy similar a lo sucedido en Nueva York a
Eric Rohmer, el joven negro que gritó "No puedo respirar" mientras un
policía lo sujetaba fuertemente.
Los abusos policiales contra negros han vuelto a las
portadas de la prensa estadounidense. En Twitter, ha reaparecido la etiqueta
#BlackLivesMatter ('Las vidas de los negros importan'), al tiempo que florecen
estadísticas que muestran las desigualdades que padecen los
afroestadounidenses. Una de ellas señala que un negro tiene el doble de
posibilidades que un blanco de morir a manos de un policía.
Los medios de comunicación no dejan de evocar los
nombres de las víctimas negras de brutalidades policiales, desde la primera, en
Ferguson, hasta la última, en Cleveland: Michael Brown, Tamir Rice, Trayvon
Martin, Freddie Gray... Todos ellos, afirma la bloguera afroestadounidense
Chauncey Devega, constituyen "la necrópolis negra de la era Obama".
"El creciente número de pruebas registradas en
grabaciones o fotografías de brutalidades policiales gratuitas contra inocentes
negros estadounidenses, desarmados, podría despertar (...) un sentimiento de
ultraje moral y de vergüenza de la América (Estados Unidos) blanca", estima
esta portavoz de la lucha por los derechos civiles. "El registro de los
asesinatos de negros por la policía estadounidense constituye una nueva forma
de linchamiento fotográfico", dice.
Con la multiplicación de los 'smartphones', que
captan al instante una escena, incluso en los barrios más desfavorecidos,
Estados Unidos está descubriendo cómo "la policía abusa de su poder"
y reacciona ante "la menor insubordinación", con distinto énfasis
según se trate de negros o de blancos, dice a AFP el investigador social Musa
Al Gharbi. "Ello choca la conciencia nacional".
"¿Acaso el policía de McKinney hubiera empuñado
su arma si se hubiera tratado de un joven blanco con aires de Justin Bieber?
Por supuesto que no", agrega el experto. Al Gharbi evoca una herencia con
tintes racistas "institucionalizada en el período postsegregación".
- Cambios de fondo -
Para Catherine Smit-Torrez, experta en la fuerzas
del orden, "no hay en todo esto nada de racista" y "cada policía
debe ser percibido individualmente".
"En las fuerzas del orden nada es más valorado
que el concepto de guerrero, los policías son entrenados para cultivar un
estado de espíritu de guerrero", asegura Seth Stoughton, profesor de
Derecho de la Universidad de Carolina del Sur. "Esto crea obstáculos
mayores en las relaciones entre la policía y las comunidades".
"El problema fundamental reside en qué esperan
los policías cuando se topan con un joven afroestadounidense. Esperan que sean
más violentos, más peligrosos que los jóvenes de cualquier otra raza", deplora
por su parte Alisa Simmons, presidenta de la rama tejana de la NAACP, la
poderosa organización de defensa de las personas 'de color'.
"El conjunto del sistema judicial
estadounidense es desfavorable a los negros", observa Al-Gharbi,
recordando que las tasas de criminalidad y de encarcelación de los
afroestadounidenses son superiores a las de los blancos, así como son más
largas las penas a las que son condenados.
"Hay que cambiar el agua en la que nadan los
policías", ejemplifica Robin DiAngelo, profesor en la Universidad de
Westfield. "El agua es esa valorización cotidiana de la piel blanca",
apunta.
Las reformas son "urgentes", señala por su
parte Al Gharbi.
Los cambios pasan por modificar la formación de los
policías. En Texas, los agentes reciben 700 horas de formación en la Policía y
20 semanas en FBI Academy. Sin embargo, se necesita cambiar sobre todo la
financiación de los servicios de policía, que se basa en lo captado por
concepto de multas, lo que fomenta los controles de circulación y las detenciones
por infracciones menores.