Lunes 15 de junio de 2015 – 11:00 AM
CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco comenzó
a cumplir su promesa de no dejar que incluso los jerarcas más altos de la
Iglesia Católica evadan sus responsabilidades en casos de abusos sexuales o
encubrimiento.
El lunes, el pontífice aceptó la renuncia del
asediado arzobispo de St. Paul y Minneapolis, así como de su obispo adjunto,
después que la fiscalía local acusara a la arquidiócesis de no haber protegido
a menores de edad de daños indecibles por parte de un sacerdote pederasta que
más tarde fue declarado culpable de abusar sexualmente de dos niños.
Por otra parte, el Vaticano acusó a su propio
exnuncio en República Dominicana de abusar sexualmente de menores de edad en el
país caribeño. Se trató del jerarca del Vaticano de mayor rango en ser juzgado
por un delito sexual.
Los acontecimientos ocurrieron días después de que
Francisco aprobó la creación de un nuevo tribunal en el Vaticano que trabaje
específicamente con casos de obispos acusados de no haber protegido a los
menores. Se trató de una respuesta a varios años de críticas de que los
jerarcas eclesiásticos eran inmunes desde hacía mucho tiempo a castigos, por
minimizar o encubrir a sacerdotes que violan y abusan de los niños.
No está claro si el tribunal —una vez que empiece a
funcionar— manejará los casos del arzobispo John Nienstedt y del obispo
auxiliar Lee Anthony Piche, pues ya no están en funciones. Ambos renunciaron
según el código de la ley canónica, que permite a los obispos renunciar antes
de jubilarse, ya sea por enfermedad o algún otro motivo "grave" que
les haga inadecuados para el cargo.
La fiscalía acusó este mes a la arquidiócesis de St.
Paul y Minneapolis, en calidad de corporación, de haber "vuelto la
espalda" a los reiterados informes sobre el comportamiento inapropiado de
un sacerdote, quien luego fue condenado por abusar de dos niños. La acusación
no mencionó a ninguna persona en particular.
Las acusaciones llegaron dos años después que
Jennifer Haselberger, una empleada de la diócesis convertida en denunciante,
alegó que hubo un encubrimiento generalizado de conductas sexuales inapropiadas
del clero de la arquidiócesis. Afirmó que tanto los arzobispos como sus
asistentes principales mintieron a la gente e ignoraron la promesa de los
obispos estadounidenses de no tolerar a los sacerdotes pederastas.
Haselberger, quien era archivista de Nienstedt,
acusó a la Iglesia de recurrir a un sistema caótico de mantenimiento de
registros para ayudar a ocultar los antecedentes de sacerdotes culpables,
quienes permanecieron en sus asignaciones.
Ella dijo que le advirtió repetidamente a Nienstedt
y sus ayudantes sobre el riesgo de mantener en el ministerio a los sacerdotes
acusados, pero que solo tomaron medidas en un caso. Como resultado del aumento
de las alarmas, ella dijo que fue finalmente excluida de las reuniones sobre la
mala conducta de los sacerdotes y posteriormente renunció.