Domingo 21 de septiembre de 2014 – 07:20 PM
Sea de día o de noche, las luces dentro de la celda
135 C del centro de detención del condado Valencia, en Nuevo México, siempre
están encendidas.
Dentro, está encerrado desde hace meses, solo, Jan
Green, un ingeniero informático de 52 años que sufre de esquizofrenia y
desorden bipolar. Green pasa las horas en una banca, hablando con un compañero
imaginario.
"Supongo que dirías que hablaría y tendría
conversaciones solo en mi pequeño y loco mundo simplemente para mantenerme
acompañado", dice el prisionero.
Aunque aislado, Green no está solo, por así decirlo.
En cárceles de todo Estados Unidos, los reos con enfermedades mentales son
mantenidos aislados en pequeñas celdas 23 horas al día o más, muchas veces con
tratamiento o interacción humana mínimos.
Algunas prisiones estatales han limitado los
confinamientos solitarios prolongados, dado que la investigación muestra que
este tipo de encierro puede empeorar las condiciones de aquellos que padecen
enfermedades mentales.
Sin embargo, ha habido poca atención al uso del
aislamiento en las 3.300 cárceles locales del país, los centros para enfermos
mentales más grandes en muchas comunidades.
A diferencia de las prisiones estatales, en las
cárceles condales las personas esperan a ser enjuiciadas o pagan sentencias
menores, limitando a veces el tiempo del encierro. Pero los internos con
enfermedades mentales graves son más propensos a romper las reglas y quedarse
encerrados más tiempo, incrementando las posibilidades de pasar semanas o meses
en aislamiento con el riesgo de infligir más daño psicológico.
Un reporte obtenido por The Associated Press
encontró que los enfermos mentales en cárceles de la ciudad de Nueva York eran
puestos en aislamiento de manera desproporcionada, algunos por miles de días.
Los presidiarios aislados eran más propensos a lastimarse ellos mismos, de
acuerdo con un reporte del departamento de salud de la ciudad.
"En muchas cárceles y prisiones del país, los
confinamientos solitarios se han vuelto el lugar a donde se llevan a los
enfermos metales", dice el doctor James Gilligan, psiquiatra de la
Universidad de Nueva York.
Las cárceles usan el aislamiento para castigar a los
prisioneros, pero también para separar a aquellos con enfermedades mentales
graves porque podrían lastimarlos otros internos o porque son considerados
peligrosos.
Los administradores de las prisiones dicen que los
críticos malinterpretan esta medida, pero reconocen que hay un creciente debate
en el tema.
Los enfermos mentales "no pueden estar con la
población general porque podrían ser ellos mismos víctimas, por eso los dejamos
en el confinamiento solitario, porque es el único lugar que tenemos", dice
David Mahoney, alguacil del condado Dane, en Wisconsin.