Lunes 14 de julio de
2014 – 07:30 PM
AFP
Dilia Rodríguez, de 7
años, salió a pintar un paisaje con acuarelas y Wesle Ramírez, de 11, a patear
un balón, pero rodeados de policías en las "recreovías por la
prevención", una iniciativa del gobierno por ganarle el puso a la
delincuencia.
"Mi mami me dice que no
puedo salir a la calle porque matan a mucha gente", confió a la AFP Dilia,
mientras pintaba con acuarelas una casa entre montañas verdes, sobre una mesa
de plástico colocada bajo una tienda de campaña.
El gobierno de Juan Orlando
Hernández convocó en una campaña masiva por medios de comunicación a las
"recreovías por la prevención para una vida mejor" para, con
"acciones preventivas, recuperar la paz, la tranquilidad de todos los
hondureños".
Las jornadas de diversión se
realizan los domingos en 113 espacios en numerosas zonas del país, incluyendo 25
en la capital y diez en San Pedro Sula, catalogada como la ciudad más violenta
del mundo.
La Flor del Campo, situada al
sur, una de las colonias más conflictivas por el auge de la delincuencia en la
capital, vivía un ambiente de feria. Los militares cerraron una calle con conos
anaranjados para instalar juegos.
- Juegos para la paz -
Los niños se pintaban dibujos
en la cara, jugaban con payasos, en flotadores inflables, bailaban ritmos
caribeños con un estridente aparato de sonido, pintaban con acuarelas en mesas
o en el piso, o jugaban loterías o con aros de colores y bicicletas.
"Mi mami no me deja salir
ni a la puerta", lamentó Dilia. Mientras Wesle dijo que él sí sale algunas
veces a jugar a la calle, aunque "han matado mucha gente".
Los pandilleros "cobran
el impuesto de guerra y si (los dueños de negocios) no pagan los matan",
añadió Wesle mientras sostenía un balón plástico apretado bajo el brazo.
"Este es el único día en
que podemos salir a la calle sin peligro, si temor a los antisociales. Uno de
madre no puede dejar salir a los niños", afirmó Marlen Vasquez, de 34
años, que cuidaba a sus pequeños de dos y tres años.
Pero el rostro de alegría de
los menores y los padres de familia que los acompañaban, en el ambiente oloroso
a comida de las ventas improvisadas en la calle de cemento, contrastaba con las
miradas atentas de policías militares que se desplegaban pertrechados con
fusiles como preparados para la guerra.
"En medio de ese montón
de militares hay un montón de muertos aquí. Los delincuentes no se detienen. A
veces les juegan la vuelta", comentó a la AFP el albañil José de Jesús
Escoto, de 75 años.
- Sitiados por pandillas -
Dijo que los
pandilleros del barrio 18, que dominan la zona de Flor del Campo y colonia
vecinas, mantienen sitiada a la población que pese a la pobreza tiene que
amurallar sus viviendas con fuertes paredes de concreto y puertas, ventanas y
techo con barrotes de hierro.
Los pandilleros "piden
una cantidades de dinero que ¿de dónde van a sacar? y entonces matan" a
quienes no les pagan, explicó el albañil.
"Para los niños hoy es un
día especial. Pueden salir a la calle a jugar; los demás días no pueden salir
libremente", resaltó Isabel Velásquez, de 48 años, mientras hacía
tortillas de maíz en el patio de una casa.
La propietaria de la fábrica
de tortillas, que apenas consistía en un fogón y una máquina de hierro manual,
afirmó que las recreovías "deberían ser todos los días para que los niños
se diviertan sin temor".
El presidente Hernández que
visitó una recreovía próxima a la Casa Presidencial, atendió a siete
congresistas estadounidenses que llegaron a Tegucigalpa para evaluar de qué
forma pueden contribuir a detener el éxodo masivo de niños que huyen de la
violencia o van en busca de sus padres que emigraron a Estados Unidos años o
meses atrás.
El lunes se espera el
regreso a Honduras de los primeros niños deportados.
Desde octubre del año pasado,
por lo menos 57.000 niños y menores de edad sin compañía de adultos, en mayoría
provenientes de Honduras, El Salvador y Guatemala, fueron interceptados en la
frontera estadounidense con México después de ingresar clandestinamente al
país.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario