Mejores Intereses, Construyendo Alianzas –
Abordando migración infantil
generalizada de Centro América
16 de Julio del 2014 - Honduras
Dr. Susan Bissell
Directora Asociada, Programas
Jefe, Protección de la Niñez
UNICEF
Presidente de la República de Honduras, Abogado Juan
Orlando Hernández
Su Excelencia Secretario General de la Organización de
Estados Americanos, Señor Jose Miguel Insulza
Excelentísimos Cancilleres de Relaciones Exteriores y
Vice Cancilleres
Distinguidos Invitados, Colegas –
Gracias por invitar al Director Ejecutivo de UNICEF para
asistir a esta conferencia internacional. Me encuentro aquí, en su lugar,
trayéndole sus saludos y mejores deseos para las deliberaciones durante estos
dos días.
Estamos aquí reunidos en respuesta a la muy
preocupante situación provocada por el reciente aumento en el número de niños
no acompañados detectados en los Estados Unidos y México provenientes de los
países centroamericanos como Guatemala, Honduras y El Salvador. En este momento, cabe recordar que los
problemas que enfrentan estos niños son igualmente compartidos por muchos niños
alrededor del mundo. Más y más niños
están migrando – ambos con sus familias o sin ellas – y los desafíos que
enfrentan los Estados en cumplir sus obligaciones para proteger y cuidar de
estos niños son realmente globales.
Me apresuro a añadir – aunque son formidables desafíos
no son insuperables.
La migración internacional ha crecido exponencialmente
en las últimas décadas. Hoy en día, más de 214 millones de emigrantes viven
fuera de su país de origen. La migración afecta a todos los países del mundo,
sean éstos económicamente ricos, pobres o en el medio. La movilidad regular y de gran-escala de
poblaciones dentro y a través de las fronteras nacionales presenta
oportunidades y desafíos que deben ser abordados en un espíritu de cooperación. Y este espíritu de cooperación debe ser
igualado por el respeto a los derechos humanos. Todos los Estados – de los de
origen, tránsito y destino – tienen la obligación de respetar los derechos
humanos de todos los emigrantes - jóvenes, adultos, personas con discapacidad –
en el proceso de migración.
Se necesita mayor énfasis – por todos los líderes y gobiernos
– en el desarrollo y gestión de las políticas de migración y prácticas. Ese mismo énfasis es necesario en la
promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales
de todos los emigrantes. Esto incluye
garantizar que tales políticas y prácticas se basen en el debido proceso, no-discriminación
e igual protección bajo la ley, conforme con las obligaciones internacionales
de los Estados. En este sentido
particular atención debe prestarse a la situación de los grupos marginados y
desfavorecidos. Los emigrantes cuyos
derechos son protegidos son capaces de vivir con dignidad y con una garantía de
seguridad. Vale la pena reflexionar en
esto por un momento. La migración digna
y segura contribuye a la sociedad tanto económica como socialmente, y son parte
de la estructura de una sociedad pacífica, imparcial y justa.
A nivel global hay cerca de 33 millones de migrantes
internacionales menores de 20 años – la mayoría de éstos son niños menores de
18 años de edad.
Hay variaciones regionales entre niños y adolescentes
emigrantes que me gustaría compartir con ustedes. En África, casi la mitad de los niños
migrantes están por debajo de los 4 años de edad, en comparación con
aproximadamente un tercio de los niños migrantes en América Latina, y una
cuarta parte en Asia y Oceanía.
Los niños que están emigrando pueden enfrentar serios
riesgos de violaciones de derechos humanos en todas las etapas de todo el
proceso de migración. En particular los niños no-acompañados, y sin documentos,
son altamente vulnerables a la explotación y al abuso. Son vulnerables a la discriminación, exclusión
social, las barreras al acceso de los servicios sociales, educativos, salud, y
servicios sociales básicos, y vivir con temor al arresto y a la repatriación.
Los niños migrantes son particularmente vulnerables a
ser víctimas de la trata de personas y a la explotación en diversas formas. Pueden
ser traficados en diversas etapas del proceso de migración por una variedad de
agentes, incluyendo reclutadores, contrabandistas, los empleadores, conocidos o
incluso parientes. Los niños migrantes
indocumentados son particularmente vulnerables por su falta de status legal – y
la amenaza de la exposición – puede ser utilizada para amenazarlos o
coaccionarlos hacia situaciones de explotación.
Vivimos en un mundo donde cualquier cosas puede
comprada o vendida… hasta un niño. Mientras
los documentos no son el antídoto para eso, pruebas indican que los registros
de nacimiento desempeñan un importante papel protector. En UNICEF nos referimos a un certificado de
nacimiento como un ‘pasaporte a la protección de por vida’ para un niño.
Como niños y como extranjeros en un país desconocido, los
niños migrantes podrían encontrar especialmente difícil entender sus derechos y
como acceso a la asistencia. Algunos
podrían no hablar el idioma local, haciéndolos incapaces de comunicar su
situación o necesidades a otros, aún a aquellos dispuestos a ofrecer ayuda. Su sentido de extranjería y aislamiento puede
conducir a tensiones emocionales y psicológicas agudas, agravando su trauma y
explotación. Proveedores de servicios locales, debido a la xenofobia, la
discriminación, otros sesgos o mera ignorancia de su situación, pueden ser
incapaces de proporcionar a los migrantes que se convierten en víctimas de
trata u otras formas de explotación y abuso la ayuda que ellos necesitan.
La migración mezclada fluye a, de, y entre los países
de Centro y américa latina y los Estados Unidos ha sido una característica de
los países durante las últimas generaciones. Aproximadamente 6 millones de
personas de Latinoamérica y El Caribe han emigrado dentro de la región, y otros
25 millones han emigrado a los Estados Unidos y Europa. Aunque no tenemos cifras exactas, creemos que
al menos una quinta parte de ellos, alrededor de 6 millones, son niños y
adolescentes.
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Dra. Susan Bisell de UNICEF |
De hecho, estamos aquí reunidos para centrarnos en el
cuidado y la protección de la oleada reciente de menores no-acompañados
detectada en los Estados Unidos y México de países Centroamericanos incluyendo
Guatemala, Honduras y El Salvador. Este
reciente incremento en el número de niños migrantes ha causado preocupación en
toda la región. Es justificable la
preocupación, sin embargo teniendo en cuenta de que estas migraciones tienen
raíces históricas, no debemos precipitarnos en nuestras deliberaciones. Soluciones
apresuradas no son la respuesta a lo que claramente es parte de un patrón
migratorio de niños y adultos dentro de la región de larga existencia. Necesitamos de soluciones efectivas y
eficientes de corto y mediano plazo que permanezcan a lo largo del tiempo.
Las imágenes de niños muy pequeños solos o bajo la
tutela de las autoridades son alarmantes. Y qué de los niños que no podemos
ver? Aquellos escondidos, contrabandeados, traficados y explotados. El gobierno de los Estados Unidos está
reportando que diariamente cerca de 90 niños no acompañados Cruzan la frontera
sur-oeste de los Estados Unidos. Más de
47,000 niños no-acompañados han llegado a la frontera sur-oeste en los últimos
8 meses, casi el doble del número registrado entre octubre del 2012 y
septiembre del 2013. El número creciente
de niñas y de pequeñitos que tratan de cruzar la frontera de Estados Unidos sin
sus padres es alarmante. Esta situación
es similar en México de acuerdo al reporte del Distrito de Migración Nacional,
(DNM), 8,007 niños migrantes fueron detenidos en los primeros cinco meses de
este año. Más de la mitad de éstos - 4,230
(53%) – estaban viajando solos. De estos, 3,525 eran entre 12 y 17 años. 705 de los niños eran menores de 11 años. Y, como sabemos, la gran mayoría de estos
niños salieron de El Salvador, Guatemala y Honduras.
Estos niños no deciden espontáneamente ni caprichosamente
realizar el viaje generalmente peligroso hacia los Estados Unidos y México. Muchos factores los motivan a dejar sus
hogares, sus amigos, sus familias y comunidades. Tenemos que hacer una pausa para entender
cuidadosamente la motivación para cruzar la frontera y la migración
no-acompañada de estos niños. Ese
conocimiento profundo alimentará nuestra capacidad para tomar las acciones
correctas para permitir que estos niños y sus familias prosperen en casa, construyendo
vidas seguras y de éxito ‘en casa’.
En cuanto a todos los emigrantes, existen factores que
obligan los niños a abandonar sus hogares y comunidades, y hay cosas que los
halan o lanzan a mudarse. Muchos niños
están desesperadamente por reunirse con miembros de su familia. Otros niños, como sus padres o tíos que han
emigrado antes que ellos, están buscando un lugar con más oportunidades. Algunos
emigran porque están mal informados sobre las realidades a través de la
frontera y lo que va y o no a sucederles, con ellos y para ellos.
Salir de la pobreza, la falta de oportunidades
económicas y las desigualdades detrás en busca de una vida mejor son comunes
entre los migrantes en todo el mundo. Sin
duda que, como el Presidente Danilo Medina de la República Dominicana señaló en
junio en la Cumbre Ordinaria de Jefes de Estado y los Gobiernos del Sistema de
Integración Centroamericana (SICA), la enorme brecha de desigualdad entre los
ciudadanos, ‘donde unos tienen todo y la mayoría tiene poco, es el principal
desafío para los países de la región’. Un
reciente estudio académico sobre desigualdad en América Central señaló que el
ranking de los países centroamericanos en cuanto a la desigualdad de ingresos
ha cambiado dramáticamente desde principios de los 1990s. Guatemala y Honduras son
los países con más desigualdad en América Central, y actualmente se encuentran
entre los países con la mayor desigualdad en la distribución de ingresos en
toda América Latina.
El crecimiento económico sin duda no beneficia a todos
los niños. En el interés de esos niños
– y en nuestra preocupación común por una sociedad estable y segura – son
necesarios cambios dramáticos en la forma que nuestro mundo maneja las cosas, y
distribuye sus ganancias.
Las dificultades económicas y la desigualdad de
ingresos son los retos que enfrentan muchos países en Latinoamérica. Sin embargo, es notable el hecho de que ha
habido una cantidad pequeña de niños migrantes no-acompañados y procedentes de
países como Nicaragua, Panamá y Belice arribando a México y los Estados Unidos. Como se mencionó la mayoría de los niños
no-acompañados que componen la actual ‘oleada’ proceden de Honduras, Guatemala y
El Salvador. Cuando escuchamos a estos
niños –como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados lo
hizo en un reciente informe, Niños
Huyendo – oímos un estribillo común.
Que lo cual une a los niños de estos tres países y que los distingue de
niños de otros países de la región en su experiencia vivida de la violencia. Por un lado existe la violencia de los
actores criminales armados organizados. Los
niños reportan temor de caer victimas de ese tipo de violencia, o tienen
fundados temores de que serán presionados a participar en actos de
violencia. Otros niños están
aterrorizados por la violencia criminal y en el hogar, la inseguridad pública,
la ingobernabilidad. Hablé con algunos
proveedores de servicios en los Estados Unidos el viernes pasado, y me enteré
de sus esfuerzos para cuidar los niños migrantes no-acompañados. Me informaron de entrevistas con decenas de
niños y niñas y sus historias horribles.
El gran vacío es la falta de protección – de derechos, de dignidad y de
sí mismo.
La lógica de los niños y su familia no es una compleja
– hasta que los niños confíen que estarán seguros y protegidos en sus propias
comunidades, la migración hace sentido para ellos. Aunque sea arriesgado, incluso pueden sufrir
daño, cuesta dinero, es mejor que permanecer en medio de la violencia y la
falta de protección estatal. Podemos
pensar esto como ‘economía moral’, como Scott James lo hizo hace muchos años en
su escrito sobre las difíciles, desgarradoras opciones que la gente ‘en los márgenes’
tiene que hacer. Es difícil para
nosotros comprender, pero tiene sentido para aquellos con una lista muy corta
de opciones. De esa lista, nadie – ni
siquiera un niño – escogerá una que con todos sus daños potenciales, pueda traer
esperanza.
Si el testimonio de estos niños necesita reforzar más,
hay una plétora de información adicional.
Desde el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, la Oficina de
las Naciones Unidas Contra la Droga y el Crimen, el Instituto de Política
Migratoria y el Banco Mundial, así como una gran cantidad de cuerpos académicos
nacionales y regionales y las ONGs, hay pruebas consistentes de que hay un
aumento dramático en el crimen y la violencia.
Gran parte del incremento del
crimen y la violencia puede atribuirse al crimen organizado, en particular al
tráfico de drogas, armas y seres humanos.
En general las tasas de criminalidad han aumento considerablemente
también.
Esta violencia se desarrolla en la vida de los niños y
los jóvenes de manera dramática. La tasa
de homicidios entre los jóvenes es más que el doble de la tasa de la población
general, en aproximadamente 70 por 100,000 jóvenes. Los hombres jóvenes son la
mayoría de las víctimas y perpetradores de la violencia armada. En 2012, jóvenes hondureños en sus 20s
enfrentaron la posibilidad de 1-en-300 de ser asesinados, o de1-en-150 en las
ciudades más peligrosas. Esto nos dice
que estadísticamente, un muchacho joven que crece en las regiones peligrosas
del país enfrenta una posibilidad mucho mayor de perder su vida con la
violencia que de convertirse en un adulto responsable, padre de familia y
empleado con remuneración.
Junto a la prevalencia de la violencia y la muerte
resultantes del crimen organizado y la violencia armada, existen otras
dimensiones de la violencia a considerar. Las mujeres y los niños de la región
enfrentan altos índices de violencia intrafamiliar y doméstica. Estas tasas son
considerablemente más altas que en el resto de América Latina. Los niños
enfrentan un riesgo sin precedentes de violencia y daños – en las calles, en la
escuela y en sus hogares. Tal violencia experimentada en la vida cotidiana es un
'factor tóxico', y su impacto en los niños, incluyendo en los niños pequeños,
es extrema y puede ser para toda la vida.
Los gobiernos de la región han luchado para responder
a esta crisis de inseguridad ciudadana. Incapacidad institucional, la corrupción,
limitados avances en la aplicación de la ley y la construcción de recursos
judiciales y fiscales independientes y transparentes son las barreras más
evidentes. Cada uno de ellos impide a los Estados en sus roles como garantes de
la seguridad pública en grandes áreas del Triángulo Norte.
Se necesitan programas a gran escala, a largo plazo y
bien dotada de recursos que alcancen las regiones más afectadas por la
violencia criminal organizada y el débil estado de derecho. Tal vez estoy
diciendo lo obvio pero hasta y a menos que esto ocurra, los niños permanecerán
sin protección, y huirán. Mientras que los Estados tienen derecho a insistir en
que los niños migrantes - solos o con sus familias – gozan de protección y
cuidado en el extranjero, los Estados también tienen la obligación de proteger
a los niños en sus propios países. Todos coincidimos en que los niños sólo
deben ser repatriados a un ambiente seguro, cariñoso y protector. Proveer ese
ambiente es, principalmente, la responsabilidad de los Estados y las
instituciones del estado, con el apoyo de los gobiernos socios y las agencias requeridas.
En solo unos pocos meses, la Convención sobre los Derechos
del Niño, a la cual los países del Triángulo Norte y México, son signatarios,
alcanzará su 25 aniversario.
Al acércanos a este hito histórico, las respuestas de
los gobiernos reunidos aquí a la actual crisis debe actuar como una poderosa señal
de compromiso para cumplir sus obligaciones con los niños y a respetar los
derechos que consagra la Convención para los Niños. Nunca antes ha habido un
imperativo a actuar, sólo necesita ser igualada por su convicción para hacerlo.
Ciertamente, una acción coordinada entre los Estados
es una necesidad urgente. Los gobiernos de los países de origen, tránsito y de
destino tienen obligaciones que están consagrados en las doctrinas de los
derechos humanos tanto inherentes en el gobierno que pretende construir una
vida mejor para todos los ciudadanos. En primera instancia, los Estados
necesitan asegurar que los niños tienen protección en sus propios países y
reducir los factores que hacen que la migración parezca ser la mejor opción
posible para estos niños.
Principalmente – y como se mencionó antes - esto
significa afrontar la violencia y la anarquía que afligen a muchas comunidades
en Centroamérica. La voluntad política debe reflejarse en una inversión
financiera sostenida en los programas nacionales de prevención de la
delincuencia y la violencia. Programas específicos llevados a cabo y dirigidos
hacia determinados grupos o sectores particularmente y desproporcionadamente
expuestas a la violencia son cruciales. Incluso en contextos de la austeridad
fiscal, la inversión pública para los niños es absolutamente necesaria, para
proteger sus derechos sino también para garantizar el desarrollo de su país. Es
una verdad simple, pero vale la pena repetir. Si los Estados no invierten
recursos para sus niños, ellos están poniendo en peligro las perspectivas de su
país.
Cuestiones estrictamente vinculadas con la seguridad
pueden ir más allá del mandato específico del UNICEF, pero todavía quiero
destacar que los gobiernos deben reducir la impunidad mediante el
fortalecimiento de las instituciones concernientes respetando los derechos
humanos. Se necesitan esfuerzos para mejorar sustancialmente la selección de la
policía y los procesos de reclutamiento. La formación continua de jueces y
fiscales debería realizarse sobre de manera permanente y regular. Mientras
tanto, la calidad de las investigaciones penales debe ser optimizada. Deberían
establecerse mecanismos para identificar, perseguir y castigar efectivamente a
casos de corrupción, abuso de autoridad y los derechos humanos violaciones,
incluyendo tomar medidas contra aquellos que permiten la impunidad continuar y prosperar.
Legislación específica y políticas para garantizar que
los niños estén protegidos de la violencia y la delincuencia deben ser instituidas
y válidas. En Honduras, UNICEF ha estado trabajando con líderes comunitarios y
actores locales para apoyar la vigilancia comunitaria y mapeo de violencia y
mecanismos de información más eficaces en todos los países del Triángulo Norte.
También hemos apoyado las actividades de reducción de la violencia armada a través de
una iniciativa regional, dirigida a jóvenes a través de una variedad de
intervenciones.
El impacto desproporcionado de la inseguridad en la
gente joven exige políticas públicas que hace el desarrollo de la juventud una
prioridad. Los esfuerzos públicos y privados deben incrementarse para mejorar
la calidad de la educación y su cobertura.
Creación de empleo y capacitación para jóvenes, especialmente en áreas
urbanas pobres, es necesario con urgencia.
Ante la acumulación de crecimiento y riqueza económica sin duda alguna
innovación es posible en este sentido.
En general, los Estados deben intensificar los esfuerzos para mejorar la
eficacia de los servicios básicos sociales, salud y educación. Los programas de
inversión en apoyo a la familia y protección social oportunidades y
transferencia de efectivo que se centran en aliviar la pobreza y reducir las
vulnerabilidades puede servir para mejorar la resistencia de las familias
afectadas por las dificultades económicas. Dichos programas mitigan la necesidad
de recurrir a la migración - que puede ser temporal o cíclico - de un miembro
de su hogar.
La protección social es una herramienta fundamental para abordar
los riesgos económicos y sociales; Sin embargo a menudo los jóvenes enfrentan
acceso restringido a, o la exclusión de los sistemas sociales de protección y
seguridad social, aumentando la apelación de una mejor oportunidad económica –
real o percibida – en el extranjero. En Guatemala, UNICEF está trabajando con
las autoridades locales y nacionales para mejorar la inclusión social en la
educación y dentro de los programas de protección social del gobierno. En todos
los países de la región, estamos apoyando el desarrollo fuerte de protección y
fortalecimiento de los sistemas de la niñez y la familia para reforzar la
capacidad de la red de seguridad social para los más vulnerables. Estos
programas necesitan expansión y financiamiento urgente.
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Dra. Susan Bisell de UNICEF disertando en un hotel de Tegucigalpa |
Los esfuerzos deben acelerarse para aumentar la conciencia de los niños
y familias - y del público en general - de los peligros asociados con la
migración irregular y el contrabando. Al mismo tiempo más oportunidades para la
migración regular en todos los niveles de capacidades deben incrementarse para
permitir que los adolescentes y jóvenes en busca de trabajo en el extranjero a
través de canales legales. Sistemas de reclutamiento legales deben hacerse
accesibles y factibles para jóvenes migrantes que no recurran a la contratación
ilegal o peligrosas estafas o los servicios de 'coyotes'. Podemos pensar esto
como gestión de la migración, o como reglamento en lugar de prohibición.
Además, los Estados deben proteger a los niños que se encuentran en
migración o están siendo retornados a sus países de origen. Fortaleciendo las
autoridades nacionales y locales para responder a la migración irregular y
proteger a los niños migrantes en tránsito y a su regreso es una obligación
para todas las partes a tomar más en serio. Medidas para apoyar esto pueden
incluir acuerdos entre los Estados implicados. Estos pueden ser desarrollados
para introducir mutuamente los protocolos de enlace para la identificación,
recepción, atención, transferencia y monitoreo de los niños migrantes que
viajan en y entre estos países. Esto requerirá inversión en sistemas de
información y gestión del conocimiento regional.
Estos sistemas permitirán
comunicaciones eficientes y seguras y manejo de casos entre los consulados,
migración y los servicios de protección infantil en cada país para el mejor
manejo de casos de niños migrantes. Puede ser un marco de cooperación dentro de
la Conferencia Regional sobre migración. Ciertamente los Estados de la región
necesitan acelerar los esfuerzos para establecer protocolos regionales y
procedimientos para la protección de los niños migrantes no acompañados
previsto dentro del trabajo de la Conferencia Regional. El Programa Frontera Sur recientemente anunciado por el gobierno de
México, que contiene medidas para mejorar la responsabilidad regional y la
responsabilidad por estos niños, esperemos que pueda ser la primera en una
nueva ola de acuerdos entre los países de la región, que hará más seguro el
viaje de futuros niños y niñas migrantes.
Quiero concluir haciendo hincapié en el hecho que los niños nunca deben
ser penalizados o sujetos a medidas punitivas por condición de su status propio
estatus migratorio – ni la de su familia. Lo que se necesita urgentemente son
medidas alternativas para los niños que se encuentran con las autoridades
debido a la migración irregular. Estas alternativas deben incluir albergue,
cuidado, educación, servicios de salud.
El derecho de cada y todo niño en el contexto de la migración a familia
debe cumplirse. Las familias nunca deben estar separadas por la acción del
estado o permanecer separadas por la inacción del estado, a menos que esto se
determine en el mejor interés del niño. Ese es el principio que siempre debe
ser la consideración principal en todas las políticas y decisiones que afectan
a un niño migrante. En los procesos de migración esto significa, por ejemplo,
en una evaluación individual de la situación del niño sobre una base de caso
por caso. Guiado en todo momento por las autoridades de bienestar infantil, son
necesarios las evaluaciones sensibilidad-niño, impacto-derechos debido a los
procesos de salvaguardias. Éstos, a su vez, tienen que llevarse a cabo en forma
apropiada a la edad, género y cultura del niño y dentro de entornos amigos de
la niñez.
Señoras y señores, hay un proverbio peruano que dice 'poco a poco uno
camina lejos'. En UNICEF tenemos esperanza de que algunos de esos pasos comiencen
aquí, hoy, en nuestras deliberaciones en Honduras. Que caminemos lejos y juntos
y con una visión de la vida para los pueblos de Centroamérica que sea pacífica
y próspera es esencial. Cuenten con
UNICEF para permanecer en solidaridad con los intereses de los niños, sus
familias y comunidades.
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