Juan Ramón Molina (1875-1908), nacido en
Comayagüela, Honduras, es el primer poeta hondureño que
salió de Centroamérica para embeberse en las
corrientes culturales de otras latitudes. Es uno de los grandes exponentes del
modernismo en Centroamérica y su obra de gran calidad literaria lo consagra
como el escritor hondureño más universal. En 1892, en un viaje a Brasil, -en
cuyo trayecto escribe “Salutación a los Poetas Brasileños”- conoce al poeta
nicaragüense Rubén Darío, quien incidirá grandemente en
su estilo. Visitó España, donde colaboró en el recién fundado "ABC" de Madrid, y
varios países de Sudamérica, dejando huellas permanentes en su obra. Castelar
alabó su canto "El Águila" y Rubén Darío su "Salutación a los
Poemas Brasileños".
Admiró a William Shakespeare y dedicó varios
sonetos “El rey Lear”, “Ofelia”, “Yago”, etc. a la obra en inglés.
Recibió la influencia de Rubén Darío, a quien conoció en su persona y en su
obra. La influencia del nicaragüense se dejó sentir por ejemplo en “Tréboles de
Navidad”, similar a la "Rosa Niña" de Darío, o en "El poema del
Optimista", posiblemente el poema que, aisladamente, más haya influido en
toda la literatura contemporánea en habla
castellana.
Fue Juan Ramón Molina poeta de primerísima categoría y aunque
cultivó la prosa en la que logró bellas y armoniosas realizaciones, como su
cuento "El Chele",
éstas no pueden darse un puesto en la literatura universal como se otorga a su
obra poética que está dentro del modernismo más puro y une la calidad poética y
lo depurado de la forma con una finísima sensibilidad de que es muestra su
soneto “Pesca de Sirenas”.
Fue Juan Ramón Molina hombre activo, personal y
políticamente, quemó su vida en el afán de vivirla intensamente. Fue
colaborador de la candidatura del General
Terencio Sierra de quien se consideraba amigo. Presidente de
Honduras durante el período 1899-1903, Sierra, molesto por una publicación que
hizo Molina en el Diario de Honduras, bajo su dirección, lo mandó a picar
piedra, encadenado, en la carretera que se construía al sur del país. El
artículo que tanto lo había molestado "Un hacha que afilar", era un
conocido apólogo de Benjamín Franklin, que los acólitos de Sierra
consideraron alusivo, hostil y digno de ser castigado con la prisión del poeta.
«Planfetista y periodista, coronel, político, diplomático,
hombre que alcanzó altos cargos públicos y que hubo de seguir la ruta del
exilio donde murió». A
pesar de esta vida activa no pudo rehuir el pesimismo y el hastío tan común a
los poetas hondureños y que él, como su más elevado representante tuvo en grado
sumo por "La fatiga que le producía el peso ABRUMADOR DE LO
INFINITO", que muestra en el sentido macabro de sus versos "Después
que muera" o en el pesimismo vital de su soneto "Madre
Melancolía". Falleció en San Salvador El Salvador el 2 de
noviembre de 1908.
El 13 de enero del 2009, Rodolfo Pastor Fasquelle, Secretario
de Estado en los Despachos de Cultura, Artes y Deportes renombró la Biblioteca Nacional de Honduras con
el nombre de Juan Ramón Molina.
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