Mauricio Villeda, candidato a la presidencia de Honduras por
el Partido Liberal, tomó la fregona de un limpiabotas y en pleno parque central
de Tegucigalpa, sonrisa dibujada en el rostro, se arrodilló a limpiar los
viejos zapatos de Alexis Vargas, un hombre que desde hace 23 años se gana la
vida con ese oficio. “Yo le iba a lustrar los zapatos a él y me dijo: ‘No, yo
te voy a lustrar los tuyos’”, contó emocionado Vargas al diario La Prensa.
Con su acción, Villeda intentaba mostrarse cercano a las clases más
desfavorecidas de una sociedad que ahora pone en entredicho el monopolio
político que desde hace cien años mantienen en este país centroamericano el
Partido Liberal y el Nacionalista, actualmente en el poder.
Ese bipartidismo agoniza, y por eso los candidatos como
Villeda intentan mostrarse cada vez más cercanos a la gente, aunque sin
alejarse del poder económico de un puñado de familias que han marcado la forma
de hacer política en este país. Ahora, liberales y nacionalistas se enfrentan a
un escenario inédito: siete agrupaciones amenazan su poderío, una mujer aspira
a la presidencia y la sociedad hondureña expresa sin miedo su hartazgo por la
forma reaccionaria en la que las dos grandes agrupaciones han manejado la
política del que es considerado el país más violento del mundo.
A las elecciones del 24 de noviembre se presentan en total
nueve agrupaciones políticas, cuatro surgidas tras el golpe de Estado de 2009, que sacó de la presidencia, a punta de
pistola y en pijama, a Manuel Zelaya. Además del liberal
Villeda, aspiran a sustituir al actual presidente Porfirio Lobo, el
nacionalista Juan Orlando Hernández; Orle Solís, del partido Democracia
Cristiana; Jorge Aguilar de PINU; Andrés Pavón Villeda, candidato de la alianza
de Unificación Democrática y el Frente Amplio Político Electoral en Resistencia
(Faper), surgido tras el golpe de Estado; y Salvador Nasralla, un comentarista
que participa como candidato del Partido Anticorrupción. Dos protagonistas del
golpe de 2009 también se enfrentan en la contienda: el general golpista Romeo
Vásquez, de la Alianza Patriótica, encargado de ejecutar la expulsión de
Zelaya, y la esposa del derrocado presidente, Xiomara Castro, candidata de
Libre, y quien estuvo al frente de las protestas que se desencadenaron tras el
golpe.
Castro es quien marca el paso de las encuestas. Un sondeo
realizado por Cid-Gallup a mediados de septiembre mostraba que ella mantenía un
29% de la intención de votos, seguida por el nacionalista Hernández, con el
26%. El tercer puesto fue para el liberal Villeda, con el 15% de la intención,
mientras que Nasralla obtuvo el 11%.
“Por primera vez en la historia contemporánea de Honduras,
tres –quizás cuatro– partidos políticos tienen opciones reales de resultar
vencedores o, al menos, contar con una representación parlamentaria importante.
En segundo lugar, por primera vez una mujer –Xiomara Castro- encabeza con
cierta holgura las encuestas más destacadas y creíbles, mostrando claras
opciones de triunfo el próximo domingo 24 de noviembre. En tercer lugar,
también por primera vez, amplios movimientos sociales se han incorporado
decididamente a la campaña electoral y cierran filas en contra de los dos
grandes partidos políticos tradicionales, el Liberal y el Nacional”, dijo
Víctor Meza, director del Centro de Documentación de Honduras, en entrevista
por correo electrónico.
Libre, el partido de Castro, es el fruto de varias
agrupaciones políticas y movimientos sociales que se unieron para hacer frente
a la expulsión de Zelaya. “Muchos de ellos provienen de las filas del
tradicionalismo político, especialmente del Partido Liberal (son los “liberales
zelayistas”), otros han sido “independientes” y los demás surgen desde las
complicadas redes y articulaciones de los movimientos sociales. Son una
abigarrada multitud que tiene por denominador común su rechazo al golpe de Estado
y su demanda por una Asamblea Nacional Constituyente para “refundar” Honduras”,
explicó Meza.
Zelaya mantiene un fuerte activismo político al lado de su
esposa. A veces, da la impresión que el candidato es él. Con su inconfundible
bigote y cabello engomado, el otrora político liberal fue elevado a la
categoría de héroe tras el golpe y se ha forjado como el líder de un movimiento
que pretende imponer un cambio político en Honduras. Es Zelaya quien responde a
las críticas que se hacen a su mujer. Es Zelaya quien comenta las encuestas. Es
Zelaya quien da la cara frente a la prensa. De hecho, las fotografías que
aparecen en los diarios lo muestran a él dando declaraciones, mientras su
esposa sonríe a su lado. “El liderazgo de Zelaya es indiscutible y, por lo
mismo, su respaldo a Xiomara es un factor clave en la popularidad de la
candidata. Se complementa con el liderazgo propio que Xiomara ha ido creando
gradualmente desde el momento en que se puso al frente de las marchas de la
resistencia en contra del golpe de Estado”, explicó Meza, ex ministro de
Interior durante el Gobierno de Zelaya.
¿Puede Castro llegar a convertirse en la primera presidenta
de Honduras y la cuarta de Centroamérica (tras Violeta Chamorro en Nicaragua,
Mireya Moscoso en Panamá y Laura Chinchilla en Costa Rica)? La respuesta la
tienen unos 5,3 millones de hondureños que están convocados a votar y que
elegirán al candidato que crean más idóneo para hacer frente a los graves
problemas del país: la violencia que mata a un promedio de 20 personas al día, con una tasa
de homicidios de 85,5 por cada 100.000 habitantes, la más alta del mundo;
una corrupción fuertemente enraizada en el sector público; una policía que
requiere una profunda depuración, por estar infiltrada por el crimen organizado
(se estima que de una limpieza de la Policía sólo el 30% de sus 12.000
oficiales podrían quedar en activo); y la pobreza que agobia al 65% de la
población, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). El descontento de
los hondureños es tal, que el 52% de ellos considera que la dirección que lleva
el país es pésima, mientras que un 28% la considera mala.
Se trata de un escenario difícil para los políticos
tradicionales como el liberal Mauricio Villeda, que tendrán que hacer algo más
que cambiar por unos minutos el puesto con un limpiabotas para convencer a los
hondureños de que se decanten por mantener el statu quo en el país.
El Pais, España
No hay comentarios.:
Publicar un comentario