Los habitantes de la aldea La Reina, en el occidente de Honduras, que fue soterrada por un descomunal derrumbe, a causa de las intensas lluvias que dejaron las tormentas tropicales Eta e Iota, en noviembre, se resisten a creer entre los escombros qué pasó en su comunidad.
"No lo pueden creer todavía, porque no se mira, unas pocas casas quedaron con los techos a la orilla de donde comienza el cerro", dijo a Efe el sacerdote franciscano Leopoldo Serrano, quien desde que conoció de la tragedia de La Reina, sin que se registraran víctimas mortales, el 24 de noviembre, emprendió una campaña a favor de los damnificados. EFE
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