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De pobres a mendigos: lo que les espera a miles en Honduras

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Foto: Gerardo Aguilar
Cespad
Por: Claudia Mendoza, periodista y analista del CESPAD
Jessica Gámez dice que la primera vez se quedó pasmada. Pero el hambre la hizo acostumbrarse y hoy, la línea blanca del bulevar Fuerzas Armadas de Tegucigalpa es el lugar donde junto a sus vecinos sortea a diario la embestida de cientos de vehículos, a cambio de “un peso”. Miles en el país han pasado de la pobreza a la indigencia, un escenario que hace preguntarnos, ¿cuántos más se sumarán a este ejército en los próximos meses y años en Honduras?
De impulsadora en supermercado a mendiga de bulevar
El reloj suena a las 6 a.m. Es la hora en la que Jessica se levanta y limpia un estrecho cuarto que alquila por mil 200 lempiras mensuales (unos 48 dólares). “A veces no tenemos qué comer”, se adelanta a decir. Por eso en ocasiones no hay desayuno qué preparar, dice esta mujer de 38 años, que vive en la 14 de Febrero, una colonia de casas apiladas, unas encima de otras, en un cerro a orillas del Bulevar Fuerzas Armadas.
Cerca de las 9 a.m., Jessica, quien antes de que llegara la pandemia a Honduras trabajaba como impulsadora en un supermercado, les coloca los tapabocas a sus cuatro hijos, se pone una gorra y sale al encuentro de sus vecinos, quienes con un botellón de plástico y carteles en mano la esperan, literalmente, parados en el medio del bulevar, una zona que se ha convertido en un lugar de mendicidad para decenas de hombres, mujeres, jóvenes y niños que quedaron sin trabajo debido el cierre de empresas y a las restricciones de movilización para evitar el avance de la pandemia.

Jessica Gámez trabajó de impulsadora de supermercado hasta antes de la pandemia.Ahora pide dinero en el bulevar Fuerzas Armadas porque no tiene trabajo ni ingreso alguno. Foto: Gerardo Aguilar.

Dar un paso en falso, mientras se encuentran en el medio de esta carretera, con vehículos pasándoles a ambos lados, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para estas personas. “Aunque nos de miedo qué vamos a hacer. Tenemos hijos por quien arriesgarnos”, dice Melany Sevilla, una joven mujer, madre de 3 pequeños a quienes antes de la pandemia mantenía con su trabajo de aseadora.

Melany Sevillla es madre de 3 niños. Trabajó de aseadora en una empresa que la despidió al decretarse en confinamiento de la población, por la llegada del coronavirus al país. Ahora pide junto a decenas más, en las calles de Tegucigalpa. Foto: Gerardo Aguilar.

El decrecimiento económico que traerá más desempleo
Jessica y Melany saben que miles más como ellas perdieron sus trabajos en los últimos cuatro meses en Honduras. Pero entienden poco de lo que conocedores del mundo de la economía explican, cuando afirman que la situación del país es sumamente complicada debido al proceso de desaceleración económica al que entró Honduras en los últimos dos años y que generó una reducción muy fuerte del crecimiento económico, que pasó de 4.8 en 2017 a 2.7 al 2019. Asimismo, debido a la disminución en la inversión extranjera que también pasó de 100 millones de dólares en el 2017, a cerca de 50 millones de dólares en el 2019, y, por otro lado, al deterioro en los términos de intercambio, debido a la baja del café y otros productos agrícolas de exportación. Así lo explica Hugo Noé Pino, doctor en Economía y quien, al sumar a ese contexto, la pandemia del coronavirus, no augura nada bueno para el país.
“Al tratarse de una situación internacional, esto quiere decir que el proceso de recuperación económica será más complicado porque los principales socios comerciales de Honduras, como Estados Unidos, Europa y la misma región Centroamericana, también tienen fuertes problemas económicos”, agrega.
Traducido al argot popular, el contexto que describe Pino traerá, simple y llanamente, un aumento de desempleo, pobreza y, tomando en cuenta que antes de la pandemia las personas afectadas por problemas de empleo (subempleo y desempleo abierto) ya afectaba a 6 de cada 10 hondureños, esto será un golpe fuerte, adicional.

Hugo Noé Pino, Economista. Foto Tiempo.hn

Pobreza sobre la línea amarilla
En otro extremo de Tegucigalpa, específicamente en un cerro a orillas de la carretera que de la ciudad conduce a El Hatillo, Óscar Mayorga no entiende de términos micro o macro económicos. Solo sabe que, hasta antes de la presencia del coronavirus en el país, trabajaba lavando carros en un carwash y que su casero está a punto de desalojarlo junto a su familia, porque le deben 3 meses de renta y no sabe de dónde sacar esos 3 mil 600 lempiras (unos 144 dólares).
“Allí viendo a ver cómo uno hace porque sin trabajo, sin nada y sin poderse mover para ningún lado”, dice. Por eso, no le quedó otra que pedir dinero sobre la carretera junto a su familia y decenas de personas y familias más, que no tienen ingreso alguno para sobrevivir. “Nos preocupamos por los niños que uno tiene y viendo qué vamos a darles de comer; las tareas de la escuela, comprar internet porque el internet no se lo regalan a uno, uno tiene que meter internet para que la niña no pierda el año de la escuela”, dicen triste y pausadamente.

Óscar Mayorga trabajaba lavando carros en un negocio particular. Su casero está a punto de sacarlo Del cuarto en donde vive porque le adeuda tres meses de alquiler. Sin trabajo, dice, no sabe qué hacer. Foto de Gerardo Aguilar.

 El fuerte declive de los ingresos para el Estado
Pero mientras a Óscar le preocupa comprar diariamente una recarga de internet de 25 lempiras para que su pequeña Sherlyn Cristabel haga las tareas de la escuela, al economista Julio Raudales le alarma el enorme reto fiscal que tiene el gobierno, por el fuerte declive en los ingresos del Estado.
“En Honduras, los únicos ingresos posibles del Estado son los que vienen por tributos. El 95% de ingresos del gobierno se dan por este factor y, de acuerdo con la cifra de la Secretaría de Finanzas, ha caído en un 20% la recaudación tributaria, lo que ha provocado hasta ahora, en 3 meses de cuarentena, una brecha de unos 25 mil millones de lempiras que es bastante (unos mil millones dólares), considerando que toda la meta de recaudación, en todo el año, es más o menos de 114 mil millones de lempiras”, sostiene.
Raudales sostiene que el tema del gasto público también es preocupante. “No se ha presentado un nuevo presupuesto, no se sabe cómo está manejando el gobierno el gasto público y esto no solo provoca ineficiencia, sino que, además, abre la puerta a los escándalos de corrupción”.
 “Nos han abandonado. El gobierno nos abandonó”
La mayoría de quienes han hecho de los bulevares, las calles y las carreteras de Tegucigalpa una fuente de ingresos (a través de la mendicidad), afirman que, desde marzo, cuando se declaró emergencia por la llegada de la pandemia al país, el gobierno solo les ha llevado una bolsa solidaria en dos oportunidades. “Esa comida solo nos dura una semana porque es muy poca”, dice Daniela Zúñiga, mientras carga a Yamila, su bebé de cinco meses de nacida, en espera que desde los vehículos que pasan le lancen dinero.  “No crea, es difícil porque uno no tiene trabajo, no tiene comida, no tiene quién le dé. Con lo que me dan aquí le ajusto una lechita a mi hija, porque ella está pequeña”.
Daniela dice que teme contagiarse de coronavirus, aunque no entiende bien de curvas o picos de la enfermedad. Solo tiene claro que necesita trabajar y que no sabe dónde. Raudales, en su condición de economista, sí se preocupa por “un pico de pandemia” que aún no ha alcanzado el país porque “al mantenerse la prohibición a las empresas de abrir, evidentemente se provocan serias lesiones a las finanzas, sobre todo de la pequeña y micro empresas”, dice.
Como dato de interés, refiere que, en el país, según el Banco Interamericano de Integración Económica (BID), unas 300 mil empresas, de esas más de 80 mil microempresas, están en crisis. “Evidentemente estas empresas son las que están sufriendo. No eran bonancibles antes de la pandemia, en el sentido de que trabajaban a pura deuda y sus ganancias tampoco eran muy elevadas”, comenta, mientras agrega que en la actualidad son empresas endebles y objeto de una mayor probabilidad de quiebra para los próximos meses.

Daniela Zúniga tiene que pedir en las carreteras para poder comprarle leche a su pequeña hija Yamila, de apenas 5 meses de edad. No tiene trabajo y solo le queda pedir en las calles. Foto de Gerardo Aguilar.

¿Qué les espera a las y los hondureños en los próximos meses?
Le hicimos esa pregunta a Jessica. “No sé”, contestó. Pero sí dijo con contundencia, “yo solo le pido al gobierno que tenga consideración de los pobres, más que todo, de los que más necesitamos. Hay gente que está peor que nosotros. Hay gente que le da vergüenza salir a pedir y morirá de hambre”.
Los analistas consultados sí tienen una respuesta, pero no es nada halagüeña. “A mediados de este año ya tenemos más de mil millones de dólares adicionales a una deuda que ya representaba el 50% de Producto Interno Bruto (PIB) y el 25% del presupuesto del gobierno central”, dice Pino.
Raudales, por su parte, dice que las proyecciones macroeconómicas prevén que va a haber una caída del 5% y quizás 6% del PIB. “Al principio se previa que podría llegar a 4 pero cada vez son peores las proyecciones y esto significa que muchas personas más van a situación de pobreza en los próximos años”, vaticinó.
Las dificultades económicas que atraviesa Honduras, afirman los entendidos en la materia, no van a ser de corto plazo y muy al contrario va a costar mucho una recuperación porque la crisis es mundial y los recursos que han puesto a disposición otros países, ya no estarán disponibles, como antes.
Adicionalmente, dice Pino, este panorama se agrava por las acusaciones sustentadas en el manejo de los fondos públicos dedicados a la pandemia. “La falta de transparencia y la corrupción han traído como consecuencia una especie de desesperanza que ya existía en buena parte de la población y que ahora se acrecienta con los niveles de contagio, la falta de asistencia adecuada en la salud. Todo eso hace que el panorama económico y político se vean sumamente difícil”.

Julio Raudales, economista. Foto de Tiempo.hn

Raudales está convencido que para finales de este año y a comienzos del 2021, va a ser “absolutamente necesario” que el gobierno haga una reforma estructural en toda su economía: “similar a la de 1990, pero va a ser necesario tomar medidas drásticas, draconianas, diría yo. Incluso, una reforma tributaria pendiente, que es absolutamente necesaria, que tiene que ver con el gasto público. Hay que pensar en los incentivos que se les va a dar a los diversos sectores económicos y recalibrarlo, porque actualmente funciona con beneficios perversos para quienes generan poco empleo y por lo tanto producen más desigualdad”.

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