La pandemia de COVID-19 en Nicaragua se vive de una forma particular. Sin restricciones, ni casi información oficial sobre su propagación, en medio de una crisis sociopolítica, y una recesión económica, es como intentar mantener la distancia en una fila con los ojos vendados.
Mientras los países vecinos reportan decenas de muertos y cientos de casos confirmados de COVID-19, Nicaragua, donde no se han cerrado las fronteras, se mantienen abiertas las escuelas, y el Gobierno celebra más de 1.000 actividades de aglomeración cada semana, únicamente reporta 25 pacientes y ocho muertos. EFE
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