Jerusalén llega al Domingo de Gloria con "pena" y tras una inusual Semana Santa con el inaccesible Santo Sepulcro -donde según la tradición cristiana Jesús resucitó- como epicentro de otra celebración sin procesiones ni peregrinos.
"Fue la Semana Santa más triste de nuestras vidas", contó a Efe el palestino Isa Kasisieh frente a la Basílica cerrada donde hoy no pudo rezar y antes de conmemorar con una comida de Pascua, lentejas y pescado, la resurrección de Jesús.
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