Postrado
tres minutos en silencio en el piso de la Basílica de San Pedro, el papa
Francisco celebró la primera parte de los oficios religiosos del Viernes Santo.
En una
imagen que ha vuelto clásica en sus seis semanas santas como pontífice, Jorge
Bergoglio se recostó en soledad en la nave mayor de la Basílica más grande del
mundo para adentrarse en la oración que recuerda, según la tradición cristiana,
la muerte de Cristo.
La
denominada "celebración del señor" se caracteriza porque el Papa no
predica sino que se limita a escuchar la homilía del predicador de la Casa
Pontificia, Raniero Cantalamessa, un capuchino de 83 años.
En una
basílica que sin adornos ni luces quiere recordar que el El Viernes Santo es
momento de humildad, de examen y de pedir perdón por los pecados propios,
Cantalamessa dedicó su homilía a los jóvenes y recordó el Sínodo especial sobre
la juventud que se hará en octubre de este año.
"Queridos
jóvenes cristianos, si se le permite a un anciano como Juan dirigirse
directamente a ustedes, los exhorto: ¡Sean de los que toman la dirección
opuesta!", animó Cantalamessa.
"¡Tengan
la valentía de ir contra corriente! La dirección opuesta, para nosotros, no es
un lugar, es una persona, es Jesús nuestro amigo y redentor", finalizó.
Nombrado
predicador de la Casa Pontifica en 1980 por san Juan Pablo II, Cantalamessa
lleva 28 años predicando ante los Papas en la ceremonia que rememora la pasión
y muerte de Jesús.
Tras la
celebración de la Pasión, Francisco encabezará el tradicional Via Crucis frente
al Coliseo romano desde las 21.15 locales (las 16.15 de Argentina).