05/12/2017
Tegucigalpa,
Honduras
Por Mario
Berríos.

Circulaba un
libelo en horas de la tarde sobre el llamado de los propios policías para
sumarse a una huelga de fusiles caídos, dos horas después, a las 5 pm, la
noticia se convirtió en una realidad: los policías se reagrupaban —en una
acción genuina— en sus unidades, se quitaban sus equipos tácticos, escudos
antimotines, cinturones y armas, ¿el motivo?, claramente lo definieron de esta
forma: “No vamos a reprimir al pueblo, de donde nosotros venimos, no somos de
familias adineradas, somos de tierra adentro…”. “Reclamamos derechos porque no
comemos y no vemos a nuestras familias, no somos máquinas ni robots…”. “No
vamos a estar cuidando a alguien que el pueblo no lo quiere…”. Y en un comunicado
formal han aclarado “nuestro pueblo es soberano, a ellos nos debemos, por lo
tanto no podemos estar confrontando y reprimiendo sus derechos…”.
El histórico
y glorioso accionar de los policías hondureños a nivel nacional, podemos
interpretarlo de diversas maneras, conlleva implícitos diversos mensajes, entre
otros que no quieren ser parte de un fraude, no son perros de garra de ningún
gobernante ni de empresarios ni de políticos ni mafiosos, dan su espalda a la
injusticia, ilegalidad y corrupción de los políticos nacionalistas y de otros
partidos, es un claro mensaje de que no apoyan la gestión del Ministro de
Seguridad Julián Pacheco, como tampoco del actual Director Félix Villanueva,
asimismo no respaldan un gobierno salpicado por narcos y otros escándalos de
corrupción, no quieren narcos funcionarios, a la vez no aceptarán órdenes de
confrontar a sus familias, amigos y hermanos.
Pero el
desglose de mensajes no termina allí, también se desmarcan de los policías
militares de la Policía Militar del Orden Público, PMOP, quienes durante la
crisis les han disparado a jóvenes desarmados y han asesinado (incluso por la
espalda) a manifestantes, a ellos los califican de verdugos del pueblo.
Miles de
pobladores, violando el toque de queda se volcaron a los cuarteles policiales
en todas las ciudades del país para felicitar a los policías, fundiéndose en
calurosos abrazos y palabras de agradecimiento para los uniformados. Fogatas se
levantaron en varios sitios, otros ciudadanos cantaban y mostraban pancartas a
esos héroes policías que a diario velan por el bienestar de la ciudadanía.
Chicas y niños se tomaban fotos con ellos y abrazaban a los policías.
También
llegaron oficiales de policía retirados a patentizar el abrazo solidario a los
miembros de la escala básica, a darles su respaldo moral y de compañeros de
armas.
Un oficial
de la escala básica pasó al frente de las multitudes, donde también estaban
medios de comunicación y con voz serena y pausada leyó su comunicado de varios
puntos, dejando en claro su promesa y compromiso de no reprimir al soberano, al
pueblo.
Dentro de la situación se sabe que hasta miembros del ejército están en
desacuerdo con el mandatario, quien se ha dedicado a equipar a su Policía
Militar del Orden Público, PMOP, dejándolos de lado al ejército regular. Esta
PMOP ha toleteado con fuerza excesiva y criminal a la población, tratan a los
ciudadanos como si fueran reclutas, como si se tratase de enemigos. ¡Dios
guarde si les hubiesen dado el rango constitucional!
Por ese
histórico gesto, los policías, esos hombres que en las crisis ponen los muertos
y en tiempo de paz ponen sus presos, esos hombres que la sociedad desprecia en
el conflicto y añora en la paz, hoy, como siempre, merecen mi respeto.
Se
cumple uno de mis sueños: que los policías no sean los útiles tontos de
políticos para agredir a un pueblo ni empresarios en contubernio, sino hombres
de bien para servir, que sus especialidades técnicas, tácticas y estratégicas
de las armas sirvan para proteger al pueblo, no para masacrarlo.
El que lea
este artículo, por favor transmita mi respeto, diríjale a ellos mi saludo
militar….