20/08/2017
Imaginen que una empresa comercializara muñecos-robot
a tamaño natural de personas de raza negra “que bajan la cabeza y soportan
estoicamente golpes, agresiones e insultos”. También inmigrantes árabes
“a los que podrás humillar sin que se resistan”. Imaginen que pasa eso. Que la
empresa lo publicita así en su página web, y que hay personas en todo el mundo
que compran esos muñecos-robot porque les gusta dar palizas a personas de otras
razas a las que consideran inferiores.
Si yo les digo que existe algo así, quizá no se lo
creerían. Pero sí, existe. ¿Cómo es que no se ha montado un escándalo
internacional?
¡Ah, queridos! Porque los robots no son personas de
otras razas, sino mujeres, muñecas sexuales hiperrealistas que permiten la
experiencia de la violación. Tal cual. La muñeca-robot en cuestión se
llama Roxxxy y el usuario puede ponerla en modo violación con tan sólo tocar un
botón.
Y quizá, en este punto, tengamos que recordar una
cosa: la violación no es un acto sexual, es un crimen, un delito, un abuso
violento del, normalmente, hombre hacia la mujer. El violador no persigue
placer, ni un orgasmo, persigue dominación, poder, sumisión. Derrotar a la
víctima. Humillarla.
Así que ahora imaginen muñecos robot destinados a otro
tipo de delitos. Sería un escándalo. Pero claro, aquí, total, ella es una
mujer. Bueno, un robot mujer. Dejemos que haya hombres que compren y violen a
estos robots. Total, lo hacen en la intimidad.
Pero entonces tengo una duda: un hombre que disfruta
poniendo a un robot-mujer en formato violación, ¿qué hará con las mujeres
reales? ¿Cómo se relacionará con ellas?
Con informacion deYahoo Noticias