Miércoles 10 de mayo de 2017
WASHINGTON (AP) — Después de desaparecer temporalmente
del mapa e irse de vacaciones a dos islas, el ex presidente Barack Obama está
empezando a definir cuál será su papel en la era de Donald Trump.
Obama ha hecho una serie de presentaciones, algunas
pagadas y otras no, en las que tomó distancia de muchas de las cosas que está
haciendo Trump, aunque sin mencionar al nuevo presidente por su nombre. Está
aprovechando su influencia en el exterior, ofreciendo su apoyo a algunos
candidatos extranjeros que se desviven por su respaldo. Sus colaboradores, en
cambio, libran una batalla más frontal con Trump y revelaron el lunes que Obama
personalmente le advirtió a su sucesor que no nombrase a Michael Flynn como
asesor de seguridad nacional.
El retorno de Obama a la vida pública es bien visto
por muchos demócratas, que todavía están tratando de reponerse de la derrota en
las elecciones de noviembre. La atención que genera Obama, no obstante, refleja
en parte el vacío que hay en la conducción demócrata, algo de lo que el ex
mandatario está muy consciente.
“Sabe perfectamente que cuando un ex presidente habla,
consume mucho oxígeno”, expresó Eric Schultz, uno de los principales asesores
de Obama. “Quiere asegurarse de que deja espacio para la próxima generación de
líderes”.
Por ello, selecciona cuidadosamente sus
presentaciones.
Durante su discurso del domingo por la noche en
Boston, instó a los legisladores a tener “valor” para resistir las presiones de
Trump para que se anule la ley de salud aprobada durante su presidencia,
recordando que hubo congresistas que perdieron sus bancas tras haber votado a
favor de la ley conocida como “Obamacare”.
En una medida inusual para un ex presidente, sobre
todo uno que acaba de entregar la presidencia al partido opositor, Obama grabó
un video apoyando a Emmanuel Macron, eventual vencedor de las elecciones
presidenciales francesas. Dio su respaldo a Macron después de que Trump
pareciese alinearse con la candidata nacionalista Marine Le Pen al decir que
era más fuerte en el terreno del terrorismo y la protección de las fronteras.
Allegados a Obama dicen que todavía está decidiendo
cuál será su papel en la política internacional, pero está dispuesto a
considerar pedidos de apoyo de candidatos extranjeros. Este mes planea una
presentación con la canciller alemana Angela Merkel, que buscará la reelección
más adelante este año, en un panel sobre la democracia.
El viaje de Obama a Alemania coincidirá con la primera
visita de Trump a Europa como presidente y seguramente generará grandes
contrastes.
Se dice que el ex presidente no quiere enfrascarse en
peleas con Trump sobre cada tuit o cada crítica de la sala de prensa de la Casa
Blanca. Pero tiene numerosos allegados dispuestos a hablar por él, como cuando
tres ex funcionarios de su gobierno dijeron el lunes que Obama personalmente ha
había dicho a Trump que no nombrase a Flynn como asesor de seguridad nacional.
Flynn, quien está en el centro de la controversia en
torno a la relación entre la campaña de Trump y Rusia, fue despedido antes de
cumplir un mes en el cargo. La revelación de los colaboradores de Obama parece
haber sido una respuesta a los intentos de Trump de atribuir parte de los
problemas de Flynn a Obama, al decir que el gobierno previo renovó el acceso de
Flynn a información confidencial tras ser despedido en el 2014.
Obama y Trump no se hablan desde la ceremonia
inaugural, aunque un colaborador de Obama dijo que este conversaría con el
presidente si lo llamase. Los dos hablaron con frecuencia durante la transición
y Trump se mostró sorprendido por la buena relación entre ambos.
Pero Trump sorprendió a los asesores de Obama en marzo
con una serie de tuits en los que acusó a su predecesor de interferir las
comunicaciones de la Trump Tower durante la elección, una afirmación explosiva
que fue desmentida por el director del FBI James Comey y por otros funcionarios
de seguridad nacional.
“No diría que me comporté demasiado bien con él,
tampoco”, admitió Trump en una reciente entrevista con The Washington Times.
No todas fueron rosas en el regreso de Obama a la vida
pública. Fue muy criticado por los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders,
dos de los liberales más prominentes del Partido Demócrata, porque planeaba
cobrar 400.000 dólares por hablar en septiembre en una conferencia sobre la
salud organizada por Cantor Fitzgerald, una firma de Wall Street.
Se dice que a Obama no le molestaron esas críticas.
Poco después, no obstante, él y su esposa Michelle Obama anunciaron que donarían
2 millones de dólares para programas de empleo de verano en Chicago, su ciudad.