Martes 23 de mayo de 2017
CÓRDOBA.- Julia y
Cristina son madre e hija. Las separaron el mismo día en que la beba nació, el
8 de octubre de 1974, y se reencontraron hace unos meses. La historia es sólo
una de las que surgieron en una clínica ilegal donde una partera atendió y
traficó con niños durante tres décadas.
Mafalda de Journade,
alias "la Maldita", atendió en su casa del barrio General Paz de
Córdoba entre 1959 e inicios de los 90; murió dos décadas después.
Hace tres años se
formalizó el grupo Herman@s y Madres del Alma, que hoy integran 52 personas (20
son mamás en busca de sus hijos) que tienen en común haber parido o nacido en
esa casa. De las reuniones también participan familias que recibieron sus
chicos a partir de ese esquema, creyendo que habían sido abandonados.
Julia fue la segunda mamá
que llegó y contó que había tenido un varón en la casa de Mafalda. Era joven
-hoy tiene 61 años- y cuando sus padres, en febrero del 74, supieron que estaba
embarazada, la echaron de la casa; su novio la dejó. Decidió dejar el paraje
santiagueño para vivir en la capital cordobesa.
Un cartel de una agencia
de empleo ofrecía trabajo "sólo a mujeres embarazadas"; le pareció la
salvación. Hacía tareas domésticas en una casa de familia; cuando empezaron los
dolores de parto la llevaron a lo de Journade. Salió de allí muy mal,
"casi muerta", y sin su bebe. "Aunque le aseguraron que la
criatura había muerto, Celia -una mujer que trabajaba ahí- le dijo al oído que
no llorara más, que se la habían llevado a Buenos Aires", cuenta a LA
NACION la psicóloga María Gracia Iglesias, madrina de Herman@s y Madres del
Alma y empleada de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación delegación Córdoba.
Dos meses estuvo Julia
internada en el Hospital de Clínicas; cuando se repuso le notificaron que había
quedado estéril. "Journade le robó a todos sus hijos", describe
Iglesias. Regresó a la clínica clandestina, pero nunca la recibieron. Hizo la
denuncia, pero la investigación no prosperó.
Con cartas en medios de
comunicación y a través de las redes sociales siguió buscando a su hijo,
convencida de que era un varón. Por Facebook dio con Herman@s y Madres del
Alma. Con la fecha de nacimiento y el nombre de Journade buscaron en el
Registro Civil de Córdoba; ese día con la firma de la partera sólo había una
nena.
El apellido con que
estaba anotada era el de la familia apropiadora. Un año y medio llevó encontrar
a Cristina, que vive en Ituzaingó (Buenos Aires). Fue posible por la
colaboración del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba, que abrió sus
puertas a estas búsquedas.
Estuvieron de un lado a
otro 18 meses hasta que la encontraron. Cristina sabía por su familia de
crianza que su mamá la había abandonado. "Quería buscarla, pero no tenía
más datos, no sabía a dónde ir. Quiero saber si tengo hermanos." Fue lo
primero que le dijo a Iglesias.
Con la autorización de
Julia para hacer el ADN, Cristina dio su consentimiento. Hasta entonces las dos
sabían de una "posibilidad" abierta. Los análisis corroboraron las
sospechas. El día que se vieron por primera vez se dieron un abrazo, lloraron y
Cristina le dijo a su hija "te presento a tu abuela". Conoció también
a su papá y a sus hermanos paternos. "De estar sola con sus hijos pasó a
tener una familia", indica Iglesias.
Advierte que deben
existir cientos de casos parecidos; en el grupo los hijos no los quieren
judicializar (aunque el delito por violar el derecho a la identidad es
imprescriptible); si las madres hicieran las denuncias el proceso no avanzaría
porque el robo de hijos caduca a los 10 años.
Journade estuvo presa
tres años por una condena de siete por practicar abortos. La Justicia -aunque
ella declaró que había vendido a esa beba por nueve millones de pesos en el 77-
nunca la investigó por tráfico de bebes. Soledad Piñeiro, la hija de la mujer
que murió en ese parto, encontró a sus hermanos el año pasado. Como la
inhabilitaron para ejercer, después del 77 no firmó más partidas, con lo que
las búsquedas se complican.