Martes 02 de
mayo de 2017
BANGKOK (AP)
— En una esquina: el impredecible dictador, el líder de tercera generación cuya
nación tiene una reputación de siete décadas de ser errática, de fácil
resentimiento y que insiste en que es suficientemente poderosa para poner de
cabeza al planeta.
En la otra esquina: un presidente estadounidense deslenguado
como ningún otro, que apenas superó sus primeros 100 días como líder del mundo
libre, propenso a decir cualquier cosa, incluso.... palabras conciliadoras.
El lunes,
esas palabras conciliatorias de la boca de Donald Trump incluyeron algunas
excepcionales sobre el líder norcoreano Kim Jong Un, quien ha sido durante
mucho tiempo objeto de desprecio y recelo estadounidense.
Éstas fueron
esas palabras de Trump: "Obviamente él es un tipo listo".
Y además
hubo esto: "Si fuera apropiado reunirme con él", dijo Trump a
Bloomberg News, "definitivamente lo haría, sería un honor hacerlo".
Wow, dice un
mundo asombrado: ¿Y si ocurriera?
En los
anales de la historia diplomática, tal conversación caería en la una categoría
que ofrece pocas comparaciones posibles.
Están las
que nunca ocurrieron: Roosevelt sentado junto a Hitler durante la Segunda
Guerra Mundial, George Bush (cualquiera de los dos) frente a Saddam Hussein
estando en el poder.
Y están
aquellas reuniones que sí ocurrieron: Kennedy reunido con Jruschov en Viena,
Nixon llegando a Beijing al inicio del descongelamiento de relaciones entre
Estados Unidos y China para dirigirse inmediatamente a una reunión con Mao.
Incluso esas
reuniones, sin embargo, ocurrieron antes de muchas cosas que ahora damos por
hecho: quizá lo más notable, internet; pero también la televisión y las redes
sociales que Trump conoce y utiliza tan fluidamente.
La noción de
una reunión entre dos de las figuras más contempladas en este momento en la
historia del planeta es una perspectiva asombrosa, y una potencial pesadilla
logística si las dos naciones tratan alguna vez de que ocurra.