Lunes 15 de mayo de 2017
CIUDAD DE MÉXICO (AP) --
Javier Valdez, un reconocido periodista mexicano que se especializó en la
cobertura de temas sobre el narcotráfico, fue asesinado a tiros el lunes en el
estado norteño de Sinaloa.
El crimen ocurre en medio
de una creciente ola de violencia contra la prensa ha hecho que se califique a
México como uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el
periodismo. Valdez es el sexto periodista asesinado desde principios marzo.
El veterano reportero, un
referente para todo periodista que llegaba a su estado y quería saber qué
pasaba ahí, fue uno de los fundadores del semanario Riodoce de Sinaloa, cuyas
instalaciones ya habían sido atacadas años atrás. También era corresponsal del
diario nacional La Jornada y autor de varios libros.
Riodoce señaló en su
página web que Valdez manejaba un vehículo a pocas calles de sus oficinas
cuando desconocidos lo interceptaron y balearon. La Jornada indicó que recibió
múltiples disparos.
Imágenes divulgadas en la
prensa local mostraron el cuerpo caído en medio de una calle y cubierto con una
sábana azul. A su alrededor había 12 conos amarillos que la policía suele
utilizar para marcar los lugares donde se localizan casquillos.
El presidente Enrique
Peña Nieto condenó el asesinado en su cuenta de Twitter y señaló que pidió a
las autoridades federales apoyar en la investigación del que calificó como un
?indignante crimen?.
El mandatario aseguró que
su gobierno mantiene un ?compromiso con la libertad de expresión y prensa,
fundamentales para nuestra democracia?.
El fiscal de Sinaloa,
Juan José Ríos, no ofreció más detalles del crimen pero aseguró que su
prioridad era salvaguardar la integridad del semanario y de la familia del
periodista. Agregó que estaban abiertas todas las líneas de investigación,
incluyendo la posibilidad de que el móvil del crimen fuera su trabajo
informativo.
?El narco allá es una
forma de vida?, había dicho Valdez el pasado mes de octubre en una entrevista
con Rompeviento TV, una televisora por internet. ?Uno tiene que asumir la tarea
que le toca siendo periodista; es eso, o te haces tonto; yo no quiero que me
digan qué estabas haciendo tú ante tanta muerte?.
?Nosotros en ese ambiente
hacemos periodismo pero te cuidas del vecino, del pariente, del tipo que va en
la camioneta de lujo mientras esperas el verde del semáforo?, añadió en dicha
entrevista.
Valdez decía haber
asumido la tarea de contar el narco con un tratamiento humano, social. ?Contar
la vida en medio de la muerte?, había dicho.
En su último libro,
?Narcoperiodismo?, abordó la relación de la prensa y el crimen organizado, pero
antes había realizado múltiples investigaciones sobre menores (?Huérfanos del
Narco? y ?Los Morros del Narco?) o sobre el papel de la mujer en el narco.
El asesinato de Valdez es
uno de los de mayor impacto en los últimos años, debido a su reconocimiento y
trayectoria, respetado nacional e internacionalmente. Antes, en 2012, otro
crimen que generó conmoción fue el de Regina Martínez, en el estado de
Veracruz, corresponsal del semanario mexicano Proceso.
Riodoce recibió en 2011
el premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia, uno de los más
prestigiosos para el periodismo en América Latina, y Valdez fue galardonado ese
mismo año por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas
en inglés), una organización con sede en Nueva York.
Especializado en temas de
violencia, el semanario ya había sido atacado en otras ocasiones y era
reconocido por su independencia y su periodismo de investigación. Por eso,
tanto Valdez como el medio ?estaban siempre bajo amenazas?, explicó el portavoz
del CPJ en México, Jan-Albert Hootson.
Hootson habló con Valdez
hace tres semanas. ?Su puerta siempre estaba abierta... Compartía su
conocimiento con todos y por eso es una gran pérdida para todo el mundo?.
Aunque desde hace tiempo
se considera a México uno de los lugares más peligrosos para la prensa, la
situación se agravó en los últimos meses.
El 2 de marzo mataron a
Cecilio Pineda, un periodista independiente de Guerrero. El 19 del mismo mes,
en Veracruz, al columnista Ricardo Monlui. Cuatro días después, en Chihuahua,
ejecutaron a balazos frente a su casa a Miroslava Breach, de La Jornada. El 14
de abril en La Paz a Maximino Rodríguez, periodista de un medio local de Baja
California Sur. Y el 2 de mayo a Filiberto Álvarez, reportero de una radio de
Morelos.
Además, otro comunicador
de Veracruz quedó herido de gravedad en el mismo periodo; el escolta de un
informador de Baja California Sur murió aunque el periodista salió ileso y el
pasado fin de semana en Guerrero, un centenar de hombres armados retuvieron
temporalmente a un grupo de reporteros a quienes amenazaron y robaron todo su
equipo.
"La impunidad
endémica permite a los grupos criminales, los funcionarios corruptos y los
cárteles de la droga silenciar a sus críticos" en México, indicaba el CPJ
en un informe este mes. Según sus datos, desde 1992 un total de 40 periodistas
han sido asesinados por motivos relacionados con su trabajo y otros 50 por
causas no esclarecidas.
La fiscalía especializada
en estos delitos contabiliza 114 homicidios de periodistas desde 2000, de los
cuales el departamento ha investigado 48 pero solo existen tres sentencias,
según un comunicado de abril de la Cámara de Diputados.
Además de la creciente
violencia hacia la prensa, la situación en Sinaloa se ha complicado desde la
detención y posterior extradición de Joaquín ?El Chapo? Guzmán a Estados
Unidos. La salida de escena del que fuera líder del cartel de Sinaloa provocó
un incremento de la violencia y la lucha entre distintas facciones por el
control del grupo.