Sábado 29 de
abril de 2017
EL CAIRO
(AP) — El papa Francisco concluyó una visita breve pero profundamente simbólica
a Egipto el sábado con una misa al aire libre para la diminuta comunidad
católica del país, desafiando preocupaciones de seguridad para mostrar su
respaldo a los cristianos en esta nación mayoritariamente musulmana que se han
vuelto blanco de ataques frecuentes de extremistas islámicos.
Helicópteros
militares sobrevolaron la zona y un gran contingente de policías montó guardia
mientras el pontífice recorría del estadio de fútbol donde se celebró la misa
en un carrito de gol, fiel a su política de estar lo más cerca posible de los
fieles.
Los
asistentes lo vitorearon con entusiasmo, ondeando banderas de Egipto y el
Vaticano y cantando los himnos entonados por coros de iglesia. El estadio,
propiedad del Ministerio de Defensa, tenía espacio para 25.000 personas, pero
cuando llegó el papa estaba a menos de la mitad de su capacidad. Los católicos
forman menos de 1% de los 92 millones de habitantes de Egipto.
Francisco
les instó en su homilía a ser buenos y misericordiosos con sus compatriotas,
señalando que “el único fanatismo que pueden tener los creyentes es el de la
caridad”.
“Cualquier
otro fanatismo no procede de Dios y no le complace”, afirmó.
Fue un
mensaje muy pastoral, después de que Francisco pidiera el día anterior a los
líderes musulmanes que renuncien al fanatismo religioso que lleva a la
violencia. El papa hizo esa petición durante una visita a la universidad de Al
Azhar, la milenaria institución de enseñanza suní donde se forman clérigos y
eruditos de todo el mundo.
La seguridad
era especialmente alta en torno al estadio y en el lujoso barrio donde pasó la
noche Francisco. Había policías uniformados y de paisano aproximadamente cada
metro (yarda) del recorrido hasta el estadio. La policía utilizó detectores
para buscar explosivos en los vehículos y había guardias armados vigilando,
algunos en azoteas, con el rostro cubierto.
Sin embargo,
Francisco decidió prescindir del papamóvil antibalas que emplearon sus predecesores
en viajes al extranjero y se movió por El Cairo en un sencillo Fiat con la
ventanilla baja.
"Él es
un mensajero de paz, realmente un mensajero de paz”, dijo el asistente Amgad
Eskandar antes del comienzo de la misa. “Todas sus palabras hablan sobre la
paz, llaman a la paz, trabajan por la paz, lo cual es excelente”.
Sus gestos
enviaban un mensaje de desafío al grupo extremista Estado Islámico, cuya filial
local en Egipto ha prometido perseguir a los cristianos egipcios para
castigarlos por su apoyo al presidente, Abdul Fatá el Sisi.
Cuando era
ministro de Defensa, El Sisi lideró el golpe contra el presidente islamista
Mohammed Morsi, el primer presidente elegido libremente y cuyo mandato de un
año se vio marcado por las divisiones.
Los ataques
contra cristianos en el norte del Sinaí, epicentro de la insurgencia islamista,
han obligado a cientos de familias a abandonar la región y buscar refugio en
otras partes de la país. Los recientes ataques contra iglesias _uno en El Cairo
en diciembre y otros dos el Domingo de Ramos en ciudades al norte de la
capital_ se cobraron al menos 75 vidas y dejaron decenas de heridos.
Tras los
ataques se elevó la seguridad en las iglesias de todo el país y El Sisi declaró
el estado de emergencia.
Francisco
expresó el viernes su apoyo a la campaña del gobierno contra las milicias
islámicas, afirmando que Egipto está en una posición única para llevar la paz a
la región y “desterrar toda violencia y terrorismo”.
El viernes
terminó el día rindiendo homenaje a las víctimas del ataque del pasado
diciembre contra la catedral copta ortodoxa, donde las paredes siguen manchadas
de sangre y marcadas por la metralla.