Domingo 23
de abril de 2017
El Partido
Socialista francés (PS), que termina cinco años en el poder con un criticado
balance, resultó eliminado en la primera vuelta de las elecciones
presidenciales por primera vez desde 2002, un "cataclismo" que
acentúa su declive, según los expertos.
El domingo
por la noche, al vencedor de las primarias socialistas, Benoît Hamon, las
estimaciones le daban algo más del 6% de los votos, un resultado que él mismo
tildó de "sanción histórica", pero con la próxima batalla en mente:
las elecciones legislativas previstas el 11 y 18 de junio.
"La
izquierda no está muerta", "el combate continúa", declaró, antes
de pedir el voto para el centrista Emmanuel Macron -exministro de economía del
gobierno socialista que quedó en cabeza en la primera vuelta- para frenar el
avance de la extrema derecha.
Con el
candidato conservador François Fillon también eliminado, el próximo 7 de mayo
será la primera vez que ninguno de los dos grandes partidos que han dominado la
vida política desde hace medio siglo esté presente en la segunda vuelta de unas
presidenciales.
"Simbólicamente,
que el PS no esté entre los tres primeros y que ni siquiera sea la primera
formación de izquierdas es un cataclismo", afirmó a la AFP Rémi Lefebvre,
profesor de Ciencias Políticas en Lille (norte).
El candidato
socialista comenzó a hundirse en los sondeos en las últimas semanas de campaña,
mientras que el líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, efectuó por
una subida espectacular.
El 21 de
abril de 2002, cuando el candidato socialista Lionel Jospin quedó eliminado
para la segunda vuelta, marcaba hasta la fecha el principal fracaso del
partido, fundado en 1905 y que gobernó por primera vez en 1981.
En las
elecciones de aquel año, marcadas por la dispersión de las candidaturas de
izquierdas, la derrota fue en parte "accidental", según Lefebvre,
mientras que la de 2017 marca la conclusión de un proceso de declive del
partido que le ha hecho perder su estatus de primera fuerza de la izquierda.
En 2012,
cuando el socialista François Hollande llegó al poder después de tres mandatos
de la derecha, las bases de la formación nunca habían parecido tan sólidas.
El PS
gobernaba en la inmensa mayoría de las regiones y de los departamentos,
controlaba las grandes ciudades e incluso -por primera vez- el Senado.
Cinco años
después, tras un mandato marcado por una inédita oleada de atentados (239
muertos desde 2015) y por el paro, el partido solo dirige cinco regiones y 26
departamentos. En las elecciones municipales de 2014 registró su peor derrota,
perdiendo más de 150 localidades de más de 9.000 habitantes.
- Brecha -
Pese a ser
uno de los "díscolos" que contestaban la política del gobierno, el
candidato socialista acabó pagando el precio de este impopular quinquenio.
Tampoco consiguió reconciliar un partido dividido entre los defensores de una
línea de izquierdas dentro del partido y los que prefieren una orientación más
socialiberal.
La brecha se
abrió cuando algunos barones del partido pidieron el voto para Emmanuel Macron,
tal y como hizo el ex primer ministro Manuel Valls, que rompió su promesa de
apoyar al vencedor de las primarias.
Sobre todo,
subraya para la AFP Thibaut Rioufreyt, investigador en Ciencias Políticas en
Lyon y especialista del PS, el partido está pagando la falta de una renovación
de su ideario, sin lograr "encontrar una tercera vía, no entre la izquierda
y la derecha como Macron, sino entre el socialiberalismo y la izquierda
radical".
Un ejemplo
más de lo que ha ocurrido en otros países de Europa, como en Grecia, Austria,
España, Irlanda u Holanda, donde las fuerzas socialdemócratas han encajado duras
derrotas.
¿Le ocurrirá
al PS francés como al Pasok griego y quedará condenado a la marginalidad? Todo
dependerá de las legislativas, responden los investigadores.
"Los
partidos políticos no desaparecen así como así", asegura Rémi Lefebvre.
"El PS hace cien años que existe, no podemos hacer tabula rasa así de una
realidad organizacional, de los electos, de los militantes, de una tradición,
de una memoria, etc"