Viernes 10 de julio de 2015 – 10:00 AM
SANTA CRUZ, Bolivia (AP) — El papa Francisco pidió
el viernes a los reos de la prisión más violenta de Bolivia no caer en la
desesperación y mantener la esperanza, aunque reconoció los problemas que deben
enfrentar.
En una visita al penal de Palmasola, en las afueras
de la ciudad de Santa Cruz, el pontífice llamó a los internos a evitar los
enfrentamientos entre ellos y a las autoridades carcelarias a no humillar a los
reos y tratarlos con dignidad.
"El que está ante ustedes es un hombre
perdonado, un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Yo también
tengo mis errores y debo hacer penitencia. No tengo más para darles y
ofrecerles que Jesucristo", dijo Francisco en la última jornada en Bolivia
antes de partir hacia Paraguay como parte de su gira por Sudamérica.
Sus palabras arrancaron aplausos entre los más de
4.000 presos, sus hijos y familiares que se dieron cita en un pabellón abierto
de esa cárcel, la más superpoblada del país.
A todos ellos les dijo que cuando los apóstoles
Pedro y Pablo estuvieron presos, la oración les salvo de caer en la
desesperación.
"El sufrimiento y la privación pueden volver
nuestro corazón egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la
capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad. Ayúdense entre
ustedes", les pidió.
Francisco se tomó tiempo, saludó a todos los presos
y besó a los niños. Muchas familias lloraron de emoción por las palabras de
esperanza del pontífice, aunque no faltaron dos niñas que jugaban indiferentes
a unos pasos de donde Francisco escuchaba los testimonios de tres presos.
El Ministerio de Gobierno dijo que todos los presos,
unos 4.000, concurrieron a escuchar al pontífice.
Algunos de los niños portaban globos amarillos y
varios adultos levantaron cada uno grandes letras, también amarillas, para
formar el mensaje "Bienvenido papa Francisco a Palmasola".
Poco a poco comenzaron a pasar algunos presos para
decir algunas palabras.
Ana Lía Parada le pidió entre lágrimas que interceda
por ellos para dar a conocer la violación de sus derechos, "la sordera de
las autoridades y la justicia que se ensaña contra los más pobres" y pidió
una amnistía para las presas enfermas y ancianas.
"No sólo pagamos nuestra culpas sino el abuso
de poder", dijo.
Leonidas Martín Rodriguez de 43 años, hijo de una
familia, dijo que fue testigo de un homicidio dentro del penal sin que ninguna
autoridad hiciera algo. Añadió que la cárcel alimenta más la rabia y el rencor.
Andrés de Jesús Céspedes, condenado por homicidio
hace tres años, dijo que los presos son víctimas del peor de los mundos.
Preguntó que cómo era posible que los alimentaran desde el desayuno a la cena
con menos de un dólar.
"Me extrañó ver tanta gente durmiendo como
animales cuando llegué", dijo.
El penal de Palmasola alberga a más de 4.000 presos
entre hombres y mujeres cuando su capacidad es para 800. En 2013 ocurrió la
peor masacre con 36 muertes, entre ellos un menos de dos años, hijo de un reo
durante una reyerta entre presos.
Según diversos estudios, más de un 80% de los presos
en Bolivia no tienen sentencia.
Varios presos le entregaron regalos el rostro de
Francisco tallado en madera.
Fuera del penal llegó mucha más gente para ver al
pontífice que tuvo que sortear calles llenas de barro.
"Venir a una cárcel demuestra la humildad de
este papa", dijo José Velásquez, un técnico electrónico.
"Acá nunca viene nada, ni el presidente, ni los
ministros pero vino el papa, es muy emocionante", comentó Nancy García, de
42 años y con su nieto en sus espaldas.
La reunión con los reos de la cárcel de Palmasola en
esta ciudad del oriente boliviano será la penúltima actividad del pontífice.
Después se reunirá con los obispos de la Conferencia
Episcopal antes de emprender viaje a Paraguay, última parada de su gira
pastoral por tres países sudamericanos que comenzó el pasado domingo en
Ecuador.
El miércoles celebró una multitudinaria misa en las
calles del centro de la ciudad y sostuvo un emotivo encuentro con líderes
indígenas y de movimientos populares del mundo ante los que pidió perdón por
los abusos de la Iglesia Católica en la colonización de América.
Sus palabras fueron elogiadas y ovacionadas por casi
dos millares de líderes de movimientos sociales, entre ellos el presidente Evo
Morales, primer indígena que gobierna Bolivia.