Lunes
06 de julio de 2015 – 04:00 PM
Por
Rodrigo Solis
Cada
que se aproximan las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos, algo es
seguro: Donald Trump estará ahí, agitando la mano. Sus declaraciones incendiarias no son noticia nueva. Lleva
treinta largos años haciéndolas. El problema es que hace treinta años uno podía
decir que los mexicanos eran una basura y a uno le aplaudían del otro lado de
la frontera. Descalificar a Donald Trump, como lo han hecho todos los medios de
comunicación latinoamericanos, periodistas, líderes de opinión, celebridades, e
incluso el presidente Barack Obama, es dignificarlo.
Trump
es el más consciente de todos en saber que jamás será presidente. Incluso si
tuviera posibilidades reales, montaría otro circo para
desalentar a sus seguidores: ser presidente es una responsabilidad mayúscula y
absorbente que no estaría dispuesto a tomar para sacrificar su decadente estilo
de vida.
Sin
embargo, en su demonizado discurso, hay al menos una verdad que tendríamos que
aceptar, recibir como gancho al hígado, aunque duela, y hacer algo al respecto:
“Estados Unidos se ha vuelto un basurero de los problemas de todo el mundo”,
dijo. Puede que el calificativo basurero sea un exceso, pero el resto
de la frase es tan real como el muro que divide a su país de México.
Me
pregunto qué ocurriría si por un prodigioso accidente se desatara un virus que
exterminase a todos los políticos, y, por consecuencia natural, México se
convirtiera en un país desarrollado. ¿Acaso los mexicanos seríamos tan
bondadosos para abrir nuestra frontera sur y darle asilo y trabajo al resto de
los millones de latinoamericanos que escapan de la pobreza e injusticia social de
sus países?
Bueno
sería que con ese mismo ardor con el que queremos despellejar vivo a ese
magnate extranjero lenguaraz, le exigiéramos resultados a los verdaderos
culpables del drama que se vive en el Tercer Mundo. Parafraseando el discurso
de Trump, quienes se están burlando de nosotros, de nuestra estupidez, son
los cínicos que miran cómo marcha su pueblo hacia el norte en busca de una vida
que ellos no son capaces de darles porque es más fácil robar que solucionar
problemas.