Miércoles 24 de junio de junio de 2015 – 08:30 PM
PANAMA (AP) — El exdictador panameño Manuel Antonio
Noriega rompió un largo silencio el miércoles y pidió perdón al país por los
perjuicios y humillaciones cometidas en la era militar.
En una declaración que leyó durante una entrevista
con el canal local Telemetro, Noriega, de 81 años, dijo que tomó esa decisión
tras analizarlo consigo mismo, su familia y la Iglesia.
"Durante estos últimos días he estado
conversando conmigo mismo, he estado conversando con mi familia, he estado
reflexionando con la Iglesia y considero oportuno bajo mis propias convicciones
que contribuya yo a la ciudadanía cerrando el ciclo de la era militar, y lo
considero oportuno en estas circunstancias que vive el país", señaló
Noriega, con gafas y un papel en la mano.
"Y yo cierro el ciclo de la era militar como el
último general de ese grupo pidiendo perdón", afirmó. "Reitero bajo
la inspiración del Padre Nuestro, que fue la primera oración que aprendí en mi
casa, que pido perdón a toda persona que se sienta ofendida, afectada,
perjudicada, humillada por mis acciones o las de mis superiores en el
cumplimiento de órdenes o las de mis subalternos".
El exgeneral gobernó con mano dura de 1983 hasta
diciembre de 1989, cuando fue expulsado durante la invasión de Estados Unidos.
Al concluir ésta el país quedó golpeado y con centenares de muertos.
Durante su periodo, Noriega reprimió a opositores,
cerró medios de comunicación y se le señaló como el artífice de varios de los
asesinatos de opositores más sonados en los últimos años del régimen.
Dos décadas después de la invasión, regresó a Panamá
en diciembre de 2011 tras haber cumplido condenas por narcotráfico y lavado de
dinero en cárceles de Estados Unidos y Francia.
Hizo sus declaraciones desde una prisión cercana al
Canal de Panamá, adonde fue trasladado luego de que Francia lo repatrió. En el
país centroamericano purga tres condenas por asesinato y tiene pendientes tres
casos más por la desaparición de opositores a principios del régimen castrense.
"He estado en cautiverio por más de 25 años,
tiempo que excede las penas que me fueron impuestas en ausencia y sin haber
sido interrogado. Los tribunales internacionales indican que esto significa
tiempo servido", señaló Noriega.
El exgeneral trató en todo momento de
circunscribirse a su declaración de arrepentimiento y fue evasivo cuando le
mencionaron algunos de los casos de asesinatos y desapariciones acontecidos
durante el pasado régimen.
Cuando se le preguntó si estaría dispuesto a
conversar con familiares de uno de los opositores asesinados, el médico Hugo
Spadafora, del que se culpó a Noriega, éste respondió: "Quiero mantener la
solemnidad de mis expresiones, de mis meditaciones, de mis asesoramientos
espirituales en este marco para que no se salga del propósito por el cual
acepté hablar pidiendo perdón".
Afirmó que estaba "totalmente" en paz, y
dejó la puerta abierta para hablar más delante de otros temas del pasado
régimen.
"Dios primero las circunstancias nos dará la
oportunidad de presentar las verdades desconocidas", señaló.
El jerarca de la Iglesia católica panameña y férreos
opositores valoraron el gesto de Noriega, aunque consideran que aún debe contar
más al país sobre hechos y crímenes de esa era aún por resolver, como la
desaparición del padre colombiano Héctor Gallego, uno de los casos
emblemáticos.
"Tiene un gran valor el aceptar la culpa",
consideró el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa. "El valor
del gesto de pedir perdón. Creo que esto puede ser una lección para tanta gente
que nos hacemos daño".
"Creo que lo hace convencido de los errores que
se cometieron en ese periodo", agregó.
Otros expresaron sus dudas.
"El problema con Noriega es que nunca se puede
distinguir entre lo que es verdad o no", apuntó R.M. Koster, un novelista
y biógrafo del exgeneral que lleva décadas viviendo en Panamá.