Jueves 12 de marzo de 2015 – 08:20 PM
Tegucigalpa, Honduras - Hay quienes no se inquietan
que haya miles de niños y jóvenes que no pueden ingresar a las escuelas, o aun así,
quienes ingresan reciban una educación sin calidad, que no responde a la
realidad actual ni a las exigencias de la sociedad moderna.
Al conmemorar el primer año de gestión (el pasado 1
de marzo) en la Dirección Departamental de Francisco Morazán, rememoramos los
esfuerzos y las dificultades que hemos tenido que afrontar para crear
condiciones que propicien el desarrollo y transformación del sistema educativo.
El muro infranqueable de un sistema debilitado por tantos problemas que lo
profundizaron para no permitirle competir ni relacionarse con el mundo es cada
día más sensible a los cambios que impulsamos.
En este contexto, Digna Rivera introdujo un concepto
revolucionario en la Dependencia que dirige; gestión por resultado y calidad en
el servicio. Desde allí, cada día un equipo dinámico de servidores públicos
forma parte de los alcances de sus políticas y estrategias definidas;
inquietantes para considerarse como trampolines para la movilidad social y
hacer de la experiencia educativa el medio para transformar, crear y aspirar el
modelo de las futuras generaciones.
El sociólogo británico, John Ruskin, decía: “La
mayor recompensa de nuestro trabajo es, aquello en lo que nos convierte”. De
ahí la razón de pensar que ¿Si la educación es tan importante como
decimos, porque no nos comprometemos a seguir mejorando?
En el primer año de gestión no solo conmemoramos los
éxitos cosechados; compartimos los retos irrenunciables a nuestra labor,
conscientes que nunca va a ser el momento justo, pero debemos empezar en donde
nos encontramos y trabajar con las herramientas que tenemos a disposición, en
tanto que, otras mejores irán apareciendo a medida que se avanza y no demos
tregua a la mediocridad, el conformismo ni la apatía; porque todos
representamos algo, hacemos vivir algo y eso lleva inmerso lo transcendental,
noble y humano; el afecto diligente y el entusiasmo fecundo para volver a las
cosas bien hechas.
A la comunidad educativa reiteramos nuestro impostergable compromiso
y les exitamos a convertirse en veedores de nuestra gestión; en la constante
búsqueda de estrategias viables que faciliten la inversión social en la
educación de los niños, niñas y jóvenes; priorizando acciones educativas que
vislumbren la soberanía que se encuentra oculta en la dimensión de los
conocimientos del hombre y que vencen las barreras del analfabetismo y la
pobreza.