Lunes 13 de octubre de 2014 – 04:50 PM
Los obispos del mundo mostraron este lunes una
apertura sin precedente para aceptar las vidas reales de muchos católicos
contemporáneos, al afirmar que los homosexuales tienen dones que ofrecer a la
Iglesia, que deberían ser aceptados y que hay aspectos "positivos" en
las parejas que conviven sin estar casadas.
Las reuniones de obispos sobre asuntos de la familia
marcó el lunes el punto medio de sus dos semanas previstas con un documento que
resumió la marcha hasta ahora del debate a puerta cerrada. No se anunciaron
decisiones, pero el tono del documento preliminar fue de una aceptación casi
revolucionaria, en vez de la condena tradicional, con el objetivo de guiar a
los católicos al ideal de un matrimonio duradero.
Los obispos dijeron que los homosexuales tienen
"dones y cualidades" que ofrecer y preguntaron retóricamente si la
iglesia estaba dispuesta a ofrecerles la bienvenida, "aceptando y
valorando su orientación sexual sin comprometer la doctrina católica sobre la
familia y el matrimonio".
Para una institución de 2.000 años que considera el
sexo homosexual "intrínsecamente trastornado", aun plantear la
pregunta es significativo.
"Este es un cambio notable en el modo en que la
iglesia católica habla sobre los homosexuales, afirmó el autor jesuita James
Martin. "Claramente el sínodo está atendiendo a las experiencias complejas
de la vida real de los católicos en el mundo y buscando tratarlas con
misericordia, como hizo Jesús".
Los obispos reiteraron que el casamiento homosexual
está fuera de cuestión. Sin embargo, admitieron que las sociedades entre
homosexuales tenían su mérito.
"Sin negar los problemas morales conectados con
las uniones homosexuales, hay que advertir que hay casos en los que la ayuda
mutua al límite del sacrificio constituye un apoyo precioso en la vida de los
socios", dijeron.
En cuanto a los heterosexuales, los obispos dijeron
que deben aceptar "la realidad positiva de los casamientos civiles",
e incluso la cohabitación, con el objeto de ayudar a la pareja a comprometerse
eventualmente al matrimonio religioso.
Los obispos también reclamaron una relectura de la
encíclica de 1968 Humanae Vitae que resaltó la oposición de la iglesia al
control de natalidad artificial. Los obispos dijeron que las parejas deberían
estar abiertas incondicionalmente a tener hijos, pero que el mensaje de Humanae
Vitae subraya la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la
evaluación moral de los métodos de control de natalidad.
Se ha hablado mucho en el sínodo acerca de aplicar
el concepto teológico de la "ley del paso gradual" en las situaciones
familiares difíciles. El concepto estimula al feligrés a dar un paso por vez en
la búsqueda de la santidad.
Los obispos también propusieron nuevos modos
"valientes" de asistir a las familias, especialmente a las "dañadas"
por el divorcio. El documento no tomó partido en la cuestión más divisiva del
sínodo, si los católicos que se divorcian y vuelven a casarse sin una anulación
pueden recibir la comunión.