Sábado 25 de octubre de 2014 – 12:20 PM
Irán ejecutó este sábado a Rayhaneh Jabbari, una
joven de 26 años acusada de matar a un hombre que ella siempre afirmó que
intentaba violarla. Varias organizaciones internacionales de derechos humanos y
el relator especial de la ONU para Irán habían denunciado la falta de garantías
durante el juicio y pedido que se suspendiera el ajusticiamiento. Pero la
familia del muerto se negó a perdonarla. El caso de Jabbari vuelve a poner el
foco en la grave situación de derechos humanos en Irán, donde en lo que va de
año se han anunciado 207 ejecuciones.
“La condena por asesinato premeditado se basó en
confesiones hechas bajo amenaza, posiblemente equivalente a tortura”, alertó el
relator especial para los derechos humanos en Irán, Ahmed Shaheed, el pasado
abril. Shaheed denunció que Jabbari no había
tenido un juicio justo y pidió a las autoridades que
suspendieran su ejecución, inicialmente prevista para el 15 de ese mes.
Jabbari tenía 19 años cuando fue detenida en julio
de 2007 por el asesinato de Morteza Abdolali Sarbandi, cirujano y antiguo
empleado del Ministerio de los servicios secretos. No está claro qué sucedió
para que la joven decoradora de interiores clavara un cuchillo a Sarbandi. Ella
siempre defendió que había actuado en defensa propia cuando el hombre intentó
violarla.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU asegura
que, según “fuentes fiables”, Sarbandi contrató a Jabbari para rediseñar su
oficina, pero en lugar de dirigirse allí, la llevó a
una casa donde la asaltó física y sexualmente. De acuerdo con esa
reconstrucción de los hechos, “al parecer Jabbari apuñaló a Sarbandi en el
hombro en defensa propia, huyó y llamó a una ambulancia preocupada por el
estado de su presunto agresor”.
Desde entonces, Amnistía Internacional, Human Rights
Watch y otros grupos se han movilizado para intentar evitar la
muerte de Jabbari. Cerca de 250.000 personas firmaron una petición online y
los activistas se movilizaron en defensa de su causa a través de Facebook y Twitter.
Dentro de Irán, donde la madre de la joven, Shole Pakravan, es una actriz
conocida, artistas y destacados miembros de la sociedad civil lanzaron
llamamientos a la clemencia.
No sirvió de nada. Sin avisar ni a su abogada ni a
sus padres, la joven fue ejecutada a las tres de la madrugada de este sábado en
la prisión de Rajaei-Shahr, al oeste de Teherán, según la agencia estatal de
noticias iraní, Irna. El comunicado oficial aseguraba que Jabbari no probó ante
el tribunal su alegación de haber actuado en defensa propia. Con este son 207 los
ajusticiamientos reconocidos en lo que va de año, aunque el Centro de
Documentación de los Derechos Humanos en Irán eleva esa
cifra a 585.
La justicia iraní, a la que las organizaciones de
derechos acusan de falta de garantías procesales y de estar sesgada contra las
mujeres, se limitó a conceder varios aplazamientos para ver si la familia de la
víctima concedía el perdón. Esa es una prerrogativa que concede la ley islámica
(sharía) vigente en Irán en los casos de asesinato. Sin embargo, Jalal, el hijo
mayor de Sarbandi se negó reiteradamente e insistió en la aplicación de la ley
del Talión. Tal como permite lasharía, él mismo abrió la trampilla que activó
el cadalso, según Efe.
La ejecución de Jabbari vuelve a poner el foco en la
grave situación de derechos humanos en Irán, donde a pesar de las expectativas
tras la llegada de Hasan Rohaní al Gobierno el año pasado, apenas se han
producido mejoras. El último
informe de la ONU sobre Irán señala un aumento en la aplicación
de la pena de muerte, incluso para presos políticos y delincuentes menores de
edad; las detenciones arbitrarias y el procesamiento de periodistas, defensores
de derechos humanos y activistas de los derechos de la mujer; la discriminación
y persecución de minorías, y falta de los avances prometidos en igualdad de
género, libertad de prensa y restricciones al uso de internet.