Sábado 07 de mayo de 2014 – 09:32 PM
LOS FRESNOS, Texas, EE UU (AP). Hacía
rato que el muchacho cachetudo de ojos marrones de 17 años no se sentía un
niño. Llevaba meses tratando de llegar a Estados Unidos en los techos de trenes
de carga, escondido entre secuestradores, muerto de frío en una celda de la
Patrulla de Fronteras.
Cuando fue a apresado en pleno invierno en un
refugio para niños inmigrantes que están en el país ilegalmente y solos, el
centro de detención le pareció casi un campamento de verano.
En ese oasis en una zona rural de Texas, cerca de la
frontera con México, los niños corrían detrás de pelotas de fútbol bajo el sol.
Había comida caliente y el personal les sonreía.
El joven le contó al Houston Chronicle
(http://bit.ly/1tQUmOE) que un empleado le regalaba cosas, como pulseras
entretejidas y pilas para su reproductor de música MP3, para premiar su buen
comportamiento.
El niño hondureño no le dio mucha importancia a todo
eso, hasta la noche en que el empleado se metió en su cama cuando apagaron las
luces.
Una cantidad sin precedentes de niños y adolescentes
como el inmigrante hondureño que están ilegalmente en Estados Unidos sin sus
padres o un tutor van a parar a una red de centros de detención del gobierno
federal de la que se habla muy poco.
Se espera que este año 60,000 niños vayan a parar a
esos centros, casi 10 veces los 6,560 de 2011, según estimados del gobierno.
Los menores son alojados en más de 90 refugios,
casas temporales y centros de detención que han sido aprobados por los estados,
que el gobierno describe como “sitios seguros”. La mayoría de los muchachos son
bien tratados.
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