Pekín (AFP)
La abolición en China de los campos "de reeducación a
través del trabajo" es alentadora, estiman algunos expertos y antiguos
presos, aunque se desconoce si serán reemplazados en un contexto de creciente
represión de la disidencia.
Los dirigentes del Partido Comunista Chino (PCC)
tomaron la decisión de cerrar estos polémicos campos en un cónclave de cuatro
días, en el que también se adoptaron importantes reformas económicas y se
decidió flexibilizar la política del hijo único. Las medidas fueron reveladas
el viernes.
"Más vale ver el sistema abolido, que verlo perdurar.
Tengo un optimismo prudente", reaccionó un antiguo preso, Peng Hong,
contactado por teléfono por la AFP.
Muy impopular, el sistema de campos de reeducación a través
del trabajo o 'laojiao' permite detener a personas por simple decisión policial
sin recurrir a los tribunales por un periodo de hasta cuatro años.
Fue creado en 1957 durante el régimen de Mao Zedong para
castigar los delitos menores.
Pero las autoridades locales también recurren a estos campos
para quitarse de encima a sus detractores, a los internautas que las critican o
a aquellos que ejercen el "derecho de petición", es decir, la
posibilidad de denunciar los abusos ante los niveles superiores de la
administración.
Peng fue condenado en 2009 a dos años de detención por haber
compartido en internet una caricatura que ridiculizaba una campaña antimafia
lanzada en Chongqing (suroeste).
La policía fue a su casa una noche y seis días
después ya estaba en el campo, donde los guardianes lo desnudaron y lo
golpearon. Fue el comienzo de un largo calvario.
Un periodo sombrío
"Tengo muy malos recuerdos. Si lo recuerdo, me cambia
completamente el humor. Para mí fue un periodo sombrío", comentó Peng
Hong.
Es muy posible que la abolición de los campos "no
cambie de forma espectacular la suerte de la mayor parte de la gente afectada
por la reeducación a través del trabajo. Permanecerán detenidos probablemente
en otro sitio", advirtió Randy Peerenboom, profesor de derecho de La
Trobe-University de Melbourne.
Dichas personas podrían ser objeto de detenciones
administrativas de 15 días o de sentencias bajo el régimen penal, estimó.
El código penal chino autoriza que los tribunales decreten
arresto domiciliario de hasta 24 meses contra delincuentes, o bien penas de
detención de uno a seis meses en un establecimiento policial, afirma un medio
de comunicación oficial chino.
Pu Zhiqiang, abogado y defensor de los derechos humanos
basado en Pekín, considera sin embargo que la situación debería "mejorar
un poco". "Antes no había absolutamente ningún fundamento legal (...)
Podían enviar a alguien a un campo según les pareciese. Ahora habrá que
inculparlo con un motivo" y pasar por la justicia, explicó.
Atropellos y confesiones bajo tortura
El sistema jurídico chino sigue sin embargo sometido a la
autoridad del Partido y minado por los abusos, las confesiones obtenidas bajo
tortura y la casi ausencia del derecho de defensa.
El final de los campos de reeducación "sólo tendrá un
impacto significativo si el gobierno garantiza que no se establecerá ningún
otro sistema de detención sin juicio" para sustituirlos, recordó este
sábado Brad Adams, director para Asia de la ONG Human Rights Watch.
Los llamamientos a reformar el sistema de campos de trabajo
se habían multiplicado, sobre todo a raíz de la controversia suscitada por el
caso de Tang Hui. Esta mujer luchó siete años para que se hiciera justicia
después de que su hija de 11 años fuese secuestrada, violada y obligada a
prostituirse. Quería que condenasen a los policías a los que acusaba de haber
cubierto a los culpables.
Pero acabó condenada a 18 meses de campo de trabajo en
agosto de 2012. Ante el diluvio de reacciones en internet, fue liberada al cabo
de una semana.
"Creo que muchas de las personas ya habían entendido
que el sistema era injusto", declaró ella a la AFP, diciendo que estaba
"contenta" con la abolición.
Aunque los nuevos dirigentes insisten en la necesidad de
promover una justicia más equitativa, la represión de los disidentes se ha
intensificado en los últimos meses, con detenciones de internautas y de
blogueros que denunciaban la corrupción.
"Es muy decepcionante", comentó Pu Zhiqiang.
"Todavía queda un largo camino para construir un país regido realmente por
el Estado de derecho", añadió.
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