Londres (AFP)
Las tres mujeres mantenidas cautivas durante 30 años en
Londres fueron golpeadas y sufrieron un lavado de cerebro, dijo la policía
británica este viernes, con el país en plena reflexión sobre las nuevas caras
de la esclavitud.
El comandante de la policía Steve Rodhouse dijo que estaban
tratando de determinar exactamente qué "esposas invisibles"
mantuvieron controladas a las mujeres durante tres décadas,
"Lo que hemos descubierto hasta ahora es una estampa
complicada y perturbadora de control emocional durante muchos años",
explicó a la prensa. "Lavado de cerebro' sería una expresión fácil, pero
creo que minimiza los años de abusos emocionales que las víctimas
sufrieron".
Además, reveló que los dos sospechosos, un hombre y una
mujer extranjeros, ambos de 67 años, detenidos el jueves en su casa de Londres,
ya habían sido detenidos antes, en los años 70, aunque no quiso dar más
precisiones.
Los dos fueron puestos en libertad condicional el viernes
"hasta una fecha en enero mientras se realizan nuevas pesquisas", y
sus pasaportes fueron confiscados.
El nombre de los dos no ha sido revelado, como tampoco el de
sus tres presuntas víctimas, una malasia de 69 años, una irlandesa de 57 y una
británica de 30.
La policía no ha desvelado cómo acabaron atrapadas en tres
décadas de servidumbre, pero sí como les pusieron fin: llamando a la
organización no gubernamental Freedom Charity, que combate la esclavitud y los
matrimonios forzados, tras ver un documental sobre sus actividades.
Las mujeres fueron rescatadas el 25 de octubre y las
detenciones de los captores no se produjeron hasta casi un mes después, el
jueves 21 de noviembre, cuando la policía verificó su versión.
La policía afirma que las mujeres tenían algún tipo de
"libertad limitada", lo que permite pensar que salían de vez en
cuando a la calle, aunque las describió como "aisladas del mundo
exterior"; no cree que fueran sometidas a abusos sexuales, pero sí
posiblemente físicos. Su situación las traumatizó.
Faltan detalles para completar la historia y persisten
interrogantes, pero el detective Kevin Hyland, a cargo del caso, dijo el jueves
no "haber visto nunca nada de esta magnitud". "Aunque no creemos
que fueran sometidas a abusos sexuales, sabemos que los hubo físicos, descritos
como palizas", explicó Hyland.
Todo transcurrió en el barrio de Lambeth, al sur de Londres,
en "una casa normal, de una calle normal, que no despertaría sospechas ni
entre los vecinos ni entre nadie", narró Aneeta Prem, fundadora de Freedom
Charity.
"Una familia normal para el mundo exterior",
resumió Hyland. La policía registró la casa durante 12 horas y se llevaron
2.500 elementos probatorios.
Que algunos detalles se perfilen como atenuantes, como que
pudieran salir de la casa, se debe a la incapacidad de aceptar que la
esclavitud sigue existiendo, aunque su rostro es diferente, alertaban este
viernes varias voces.
"Un esclavo es un esclavo, alguien a quien se le privó
de sus derechos, alguien coaccionado, sometido a violencia mitigada. Hace 200
años teníamos grilletes de hierro, ahora tenemos grilletes psicológicos",
estimó Andrew Wallis, director de la organización caritativa británica Unseen
(invisibles), que lucha contra el tráfico de personas.
James Brokenshire, adjunto a la ministra de Interior,
afirmó, también en la BBC, que "la esclavitud es una de esas cosas que la
gente piensa que pertenece a los libros de historia".
"La triste realidad es que sigue ahí. Cada año hemos
visto un incremento en el número de casos denunciados y creo que seguirán
aumentando", afirmó.
Gran Bretaña se ve confrontada a un goteo de estos casos. El
mes pasado, Ilyas Ashar, de 84 años, fue condenado por violar repetidamente a
una muchacha sordomuda paquistaní introducida clandestinamente en el país.
La niña era además golpeada y obligada a hacer los trabajos
domésticos por Ashar y su familia. Además, la usaron para cobrar subsidios.
En mayo, un hombre y su hijo fueron condenados a ocho y
cinco años de prisión por obligar a indigentes a trabajar para ellos, y el
pasado diciembre cinco miembros de una familia fueron condenados de dos a seis
años por usar como esclavos a mendigos o drogadictos a los que además golpeaban
y humillaban por unas pocas libras al día.
Pero el primer caso de "esclavitud moderna"
juzgado por los tribunales británicos fue, en 2009, el de una mujer tanzana
traída clandestinamente a Gran Bretaña que trabajaba 18 horas al día y pasaba
el resto en condiciones miserables en la casa de una viuda del noroeste de
Londres, que pasó de darle diez libras al mes a no darle nada.
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