Bill de
Blasio, elegido con el 73% de los votos, propone una “prosperidad compartida”
entre ricos y pobres.
NUEVA YORK.
AP, AFP Y DPA - 07/11/13
Los
resultados de ayer en las elecciones en Estados Unidos dejaron festejando a
quienes ganaron y recalculando posiciones a los perdedores. En Nueva York, el
demócrata Bill de Blasio saludaba que en sus ciudad se haya elegido “el
camino progresista”.
Con su
triunfo en Virginia, su compañero de partido, Terry McAuliffe, volvió a
posicionar al matrimonio de Bill y Hillary Clinton, mentores del futuro
gobernador, en el escenario político estadounidense. Por último, en las filas
republicanas saludan la reelección del gobernador de Nueva Orleans, Chris
Christie quien se consolida como candidato presidencial.
El regreso de
los demócratas a la Gran Manzana luego de veinte años ubicó a De Blasio en el
centro de la escena. Apoyado en un discurso de reparto social, marcó sus
diferencias con el alcalde saliente Michael Bloomberg, quien deja una ciudad
renovada y pujante pero también muy desigual.
“Vamos a
cumplir con la misión que el pueblo nos ha confiado, la construcción de una
ciudad donde todo el mundo comparte la prosperidad y el éxito”, dijo en su
primer discurso tras conseguir el 73% de los votos y derrotar al republicano
Joe Lhota. “El pueblo de la ciudad ha hablado, el mandato es claro. Tenemos la
obligación crear una ciudad en que la prosperidad sea compartida y haya
oportunidades para todos”, agregó De Blasio.
El
espectacular ascenso de este graduado en relaciones internacionales,
prácticamente desconocido hasta que se impuso en las elecciones primarias
demócratas de hace apenas un mes viene avalado por un giro hacia la izquierda.
Es un estudioso de la realidad Latinoamericana y en los 80 supo viajar a
Nicaragua para apoyar al Frente Sandinista.
De Blasio era
defensor del pueblo en Nueva York cuando decidió lanzarse a la campaña con un
programa que tomaba un título prestado del novelista Charles Dickens: “Historia
de las dos ciudades”. Así se refería a esa prosperidad de la era Bloomberg, que
dejó de lado a los más desfavorecidos.
El otro
ganador de la jornada fue el republicano Chris Christie, reelecto como gobernador
de New Jersey por amplia diferencia y mandó un claro mensaje a la cúpula del
Partido Republicano. Fue capaz de ganar una vez más en un lugar
tradicionalmente demócrata y de apelar a los independientes –sin afiliación a
ningún partido– y a los inmigrantes.
Eso es lo
que, según las élites conservadoras, necesita en este momento el partido para
poder renovarse, aunque los sectores más radicalizados lo consideren una
desviación inaceptable de la ortodoxia ideológica.
Quizás por
eso, y ante las permanentes señalamientos de “moderado que le endilgan, ayer,
luego del triunfo, lo primero que dijo fue: “Soy conservador”. “Nunca lo he
tratado de ocultar, o de enmascararlo”, sostuvo, para evitar la embestida del
Tea Party, que lo tiene particularmente en la mira.
En Virginia,
por una escueta diferencia, el candidato demócrata McAuliffe se impuso
precisamente a un republicano del Tea Party, Ken Cuccinelli.
El demócrata,
amigo íntimo de los Clinton y ex jefe del Comité Nacional del partido, se
impuso en un estado que hasta hace muy poco era sólidamente conservador. La
breve ventaja, que orillaba los dos puntos, no le permitirá un
reposicionamiento interno en la estructura partidaria, pero la importancia de
Virginia pone a McAuliffe en un lugar expectante.
En todo caso
el resultado es un aviso para el Tea Party, que tras la victoria de Obama en el
2008 se convirtió en el motor ideológico y organizativo del Partido
Republicano. Pero a pesar de que varios medios lo señalan como “herido en las
urnas” la derrota no aparece como catastrófica y ya comienzan a preparar las
próximas elecciones a gobernadores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario