El misterio
que rodea desde hace 40 años la muerte de Pablo Neruda se podría despejar hoy,
cuando los peritos que analizaron sus restos entreguen las conclusiones que
confirmen si el poeta murió debido a un cáncer o fue víctima de la dictadura de
Augusto Pinochet (1973-1990). El abogado querellante en el caso, Eduardo
Contreras, no duda de que el Nobel de Literatura, fallecido el 23 de septiembre
de 1973 -12 días después del derrocamiento y muerte del presidente socialista
Salvador Allende-, fue ejecutado por el régimen castrense. "A estas
alturas no tenemos dudas de que fue asesinado", declaró Contreras, que
avala su tesis en "la abundante evidencia de participación de
terceros".
Una querella interpuesta por el propio abogado a nombre del
Partido Comunista, colectividad en la que militaba Neruda hasta su muerte, fue
acogida en 2011 por el juez especial Mario Carroza. El magistrado ordenó en
abril pasado la exhumación de los restos del vate, que descansaban en una tumba
en su casa de Isla Negra, ubicada en el litoral central chileno y hoy
convertida en museo, para someterlos a análisis a cargo de expertos nacionales
y extranjeros. Quince peritos se encuentran reunidos desde el pasado martes en
la capital chilena para revisar sus investigaciones y entregar las
conclusiones, "probablemente" hoy viernes, según admitió el juez
Carroza. El equipo de investigadores lo integran científicos del Servicio
Externo de Ciencias y Técnicas Forenses de la Universidad de Murcia, en España;
de la Universidad de Carolina del Norte, en EE.UU., y del Servicio Médico Legal
de Chile.
Los científicos intentan aclarar si efectivamente Neruda, entonces de
69 años de edad, falleció a raíz de un avanzado cáncer de próstata, como
sostiene la versión oficial de la época, o si su muerte fue provocada por una
inyección letal, como aseguró su asistente y chofer, Manuel Araya. "Estuve
con él y sé que alrededor de las cuatro de la tarde de ése día le pusieron una
inyección en el estómago. Me dijeron que era dipirona (un analgésico) para el
dolor", declaró Araya a medios locales. El asistente, que acompañaba a
Neruda en la habitación de la clínica Santa María de Santiago, hasta donde
había sido trasladado, sostiene que horas después de la inoculación el trovador
falleció. Contreras considera que el trabajo de los peritos es
"fundamental" en la causa. "Si se descubre la presencia de
elementos tóxicos en las muestras, estará aclarado el caso y quedará demostrado
que no murió de cáncer", subrayó el jurista. Además de las denuncias de
Araya, el abogado cree que hay "un conjunto de indicios y sospechas que
hacen razonablemente presumir una probable intervención de terceros en su
muerte".
Entre ellas, menciona la desaparición de la ficha médica del
autor de 'Canto General' y la ausencia de un listado completo de los
trabajadores de la clínica. Por otro lado, existen antecedentes de que en la
misma clínica falleció en 1982 el ex presidente demócrata cristiano Eduardo
Frei (1964-1970), envenenado con gas mostaza y toxina botulínica, según
revelaron posteriores investigaciones judiciales.
Fuente: Diario EL COMERCIO
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