(AFP)
Berlín — El anciano alemán que escondía en su apartamento de
Múnich más de 1.400 obras de arte, una buena parte de ellas expoliadas por los
nazis a judíos, aseguró estar dispuesto a luchar para quedarse con
"sus" cuadros.
"No devolveré nada voluntariamente", dijo al
semanario alemán Der Spiegel Cornelius Gurlitt, de 80 años e hijo de un
poderoso comerciante de arte de la época nazi.
El anciano afirmó que el amor de su vida es este tesoro
compuesto por dibujos, grabados y pinturas de Renoir, Chagall, Picasso y
Matisse, entre otros, una gran parte de los cuales fueron robados, arrebatados
a familias judías o incautados por los nazis por pertenecer a lo que ellos
denominaban "arte degenerado".
"Durante toda mi vida, he querido a mis cuadros más que
a nada en el mundo", afirmó Gurlitt en el artículo titulado
"Conversaciones con un fantasma".
Der Spiegel describe al anciano como un hombre que
permaneció encerrado en el pasado, casi privado de contacto con la realidad que
le rodea y que no comprende bien lo que está pasando desde que otra publicación
alemana desvelara el descubrimiento por las autoridades alemanas de esta
excepcional colección.
Gurlitt dijo estar impactado por toda la atención mediática
que estaba recibiendo, con fotógrafos a las puertas de su casa o siguiéndolo
mientras hace la compra.
"No soy Boris Becker", dijo al semanario,
refiriéndose a la exestrella del tenis alemán. "¿Qué quieren de mí?",
interrogó.
"Yo sólo quería vivir con mis cuadros", dijo.
"Espero que esto se resuelva pronto y que recupere finalmente mis
cuadros", añadió.
Las obras fueron descubiertas en febrero de 2012 durante una
investigación en el apartamento de Gurlitt, después de que las autoridades
aduaneras lo encontraran en un tren camino de Suiza con 9.000 euros en líquido.
Actualmente es objeto de una investigación de la fiscalía de
Augsburgo por fraude fiscal y ocultación, pero afirma haber "enviado todos
los documentos" que prueban su inocencia. "No soy un asesino, ¿por
qué me persiguen?", pregunta.
El padre de Gurlitt, Hildebrand Gurlitt, fue un marchante de
arte que formó una buena colección durante los años 30 y 40. Aunque en un
principio fue amenazado por los nazis por ser nieto de una judía, después
sirvió al Tercer Reich, que le encargó vender obras confiscadas, saqueadas o
extorsionadas para conseguir divisas.
Cornelius Gurlitt contó en la entrevista haber ayudado a su
padre a "salvar" las obras para evitar que cayeran en manos de los
rusos.
Gurlitt parece haber vivido durante años sin trabajar y sin
haberse registrado en ninguna administración de Alemania, y haber vendido de
vez en cuando obras heredadas de su padre.
El Gobierno alemán, que ya mostró su disposición a acelerar
las investigaciones sobre la propiedad de las piezas de este "tesoro
nazi" después de que el presidente del Consejo Mundial Judío pidiera hacer
un inventario de los cuadros, anunció el viernes que a partir de la semana que
viene publicará las fotos de 590 de ellos.
"Pero qué es este Estado que muestra así algo que me
pertenece", se indigna Gurlitt durante la entrevista. "Cuando me
muera, podrán hacer lo que quieran" con las obras, considera.
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