Lunes 08 de mayo de 2017
Okinoshima, en el suroeste de Japón, prohíbe la
entrada de las mujeres a causa de la “impureza” de la menstruación. Sólo
permite que los hombres la visiten por razones religiosas e incluso los
visitantes masculinos tienen severas restricciones: no se les permite llevarse
ningún recuerdo al continente, ni siquiera una hoja de hierba, dice el
periódico Asahi Shimbun.
En la isla se encuentra el Santuario Okitsu, parte del
Gran Santuario de Munakata, en honor a la diosa del mar. El único habitante de
la isla de 240 acres es un sacerdote Shinto, encargado de oficiar y velar por
la seguridad.
El festival tradicional se realiza en el mes de mayo.
Durante siglos, en Okinoshima se han realizado
numerosos rituales religiosos por la seguridad de los buques y también canjes
comerciales con los pueblos de la península coreana y China, entre los siglos
cuarto y noveno.
Unos 80.000 artefactos traídos como regalos han sido
descubiertos en la isla, incluyendo anillos de oro coreanos y fragmentos de una
copa de cristal que se cree provino de Persia -actual Irán-. Todos han sido
designados como tesoros nacionales.
Han pasado los siglos, pero los tabúes religiosos
persisten en la isla y, además de la prohibición de las mujeres, los visitantes
masculinos primero deben desnudarse y realizar un ritual de limpieza y nunca
deben revelar los detalles de su viaje.
Una designación de la UNESCO como Patrimonio Mundial
de la Humanidad -el número 17 para Japón- sin dudas acrecentaría el interés por
la remota isla japonesa, y potencialmente, el turismo.
Pero esto al parecer no cambiará las costumbres
ancestrales que rigen el lugar.
“Nuestra postura se mantendrá sin cambios, incluso si
está registrado en la lista del Patrimonio Mundial”, dijo un funcionario del
santuario Munakata al Mainichi Daily, “Continuaremos regulando estrictamente
las visitas a la isla”.